Escuela infantil sentenciada
En el curso 1986-1987, la Fundación Francisco Giner de los Ríos y la Corporación de Antiguos Alumnos de la Institución Libre de Enseñanza abrieron la Escuela Infantil de Maestros de la ILE como escuela de maestros y para niños de entre 18 meses y cinco años de edad. En la actualidad, el centro cuenta con tres aulas y un total de 48 niños, habiéndose rechazado el presente curso escolar la admisión de 82 niños más por falta de espacio.Tres años después, la fundación y la corporación van a poner punto final a la experiencia. ¿Para qué? Para abrir una escuela universitaria de humanidades de primer ciclo y una biblioteca científica y de humanidades. ¿Es que la escuela no funciona? Los 48 niños, sus padres y los maestros no pensamos así. ¿Dificultades económicas? ¿Por qué la fundación y su patronato son capaces de encontrar financiación para derribar los edificios en ruinas de Martínez Campos, 16, y construir la escuela universitaria y la biblioteca y no lo son de encontrar respaldo para la escuela infantil? ¿No recorrió la Institución el camino inverso, convirtiendo la universidad privada que inició su andadura a los pocos años en escuela para niños y adolescentes? ¿Por qué, entonces? Ya lo hemos dicho: porque la Institución Libre de Enseñanza ha muerto. Los portavoces de la Fundación Francisco Giner de los Ríos lo han dicho claramente: la escuela infantil no da prestigio; necesitan el espacio que ocupa para un proyecto, decidido por unanimidad por el patronato de la fundación, destinado, según sus propias palabras, a convocar un núcleo de "figuras de las ciencias sociales y humanas" con "capacidad de concentración", para comenzar una "nueva etapa" de la Institución y llamar la atención sobre ella. La escuela infantil no tiene "proyección social".
Hoy, 48 pequeños David ven segadas sus posibilidades de crecer a la sombra de las ideas pedagógicas de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza por un Goliat que ha vuelto la espalda a su insigne pasado. ¡Qué irónico, qué triste resulta que lo que no pudieron hacer 40 años de silencio lo logren ahora los supuestos herederos de la Institución! ¡Ay, si Machado, don Francisco Giner y don Manuel B. Cossío levantaran la cabeza!-
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