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LA MUERTE DE UN EMBAJADOR

El Rey condecoró ayer a Pedro de Arístegui a título póstumo con la Gran Cruz de Carlos III

J. G. I., El rey Juan Carlos condecoró ayer por la tarde con la Gran Cruz de Carlos III los restos mortales del embajador de España en Beirut, Pedro Manuel de Arístegui, fallecido el pasado domingo en su residencia oficial, víctima de un proyectil de artillería. Su cadáver llegó a las 6.17 de ayer a Madrid en un avión Hercules C-130 de la Fuerza Aérea Española. El féretro fue recibido frente al pabellón de Estado del aeropuerto de Barajas por el presidente del Gobierno, Felipe González, y los hijos mayores de Arístegui, así como por otros familiares suyos y altas autoridades españolas. El entierro del malogrado embajador se realizará hoy en Irún, su localidad natal.

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Los restos mortales de Pedro de Arístegui llegaron a Madrid acompañados de la delegación española que había ido a recogerlos a Beirut y de la que formó parte el hijo mayor del embajador, Gustavo Manuel Arístegui, de 25 años de edad y aspirante al ingreso en la Escuela Diplomática. Entre las autoridades que se desplazaron a la capital libanesa se encontraban el director general de política exterior para Africa y Medio Oriente, Jorge Dezcallar, y el subdirector general de asuntos consulares, Juan Díaz Pache.Tiras obtener autorización para repatriar al fallecido embajador, la delegación tuvo que realizar un primer desplazamiento en helicóptero desde la capital libanesa hasta Larnaka (Chipre), donde fue recogida por un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Española, que partió a las 12.20 (hora peninsular española) hacia Madrid. Seis horas después llegó al aeropuerto de Barajas donde esperaban la llegada el presidente del Gobierno, el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez; el Jefe del Estado Mayor del Ejéreito del Aire, teniente general Federico Michavila; el secretario general de Política Exterior y el subsecretario de Asuntos Exteriores, Fernando Perpiñá Robert e Inocencio Arias, respectivamente, así como el embajador de Líbano en España, Abbas Hamiyé.

Igualmente acudieron a recibir los restos mortales de Pedro de Arístegui los dos hijos del embajador que no se habían trasladado a Beirut: Íñigo, de 24 años, y Gonzalo, de 22, así como la esposa de su hermano Joaquín, embajador en Nigeria, y la de su hijo Gustavo Manuel.

Pocos minutos antes de las 6.30, mientras descendía del avión de la Fuerza Aérea el féretro envuelto en la bandera española, los parientes más próximos de Arístegui se acercaron a abrazar a los dos hijos pequeños de éste, Alejandra, de un año, y Diego, de dos años y medio, acompañados por la asistenta que atendía a la familia del embajador en su residencia oficial.

Recibimiento oficial

Tras entonar los primeros compases del himno nacional, una compañía de honores del Ejército del Aire acompañó con una marcha fúnebre el traslado del ataúd desde las inmediaciones del avión a las proximidades del pabellón de Estado. Los restos del embajador, trasladados a hombros por 10 solados, fueron acompañados de cerca por el presidente del Gobierno, el ministro de Asuntos Exteriores, el Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire y Gustavo Manuel Arístegui.

Una vez introducido el féretro en el furgón que lo trasladó al palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde fue instalada la capilla ardiente, Felipe González regresó en helicóptero al palacio de La Moncloa.

El Rey Juan Carlos acudió, poco antes de las 20.00 horas, a la capilla ardiente para imponer al malogrado embajador la Gran Cruz de Carlos III, una de las más importantes condecoraciones de España.

Fuentes de Asuntos Exteriores señalaron que no va a ser inminente el nombramiento de un nuevo embajador en Beirut y pronosticaron que la investigación sobre las circunstancias de la muerte de Arístegui difícilmente aportará revelaciones espectaculares. El examen de los restos del proyectil que mató al embajador indica que fue disparado por una batería siria, según informaron ayer en Larnaka fuentes oficiales españolas a Efe.

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