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El ambiguo e inteligente general Avril

François Duvalier, fundador de la sangrienta dinastía que impuso su ley en Haití durante 30 años, le llamó en su día el inteligente Avril. Le puso al frente de la guardia de Corps de su heredero y sucesor Jean Claude Duvalier y le mandó a luchar contra la guerrilla izquierdista en los años 60. Hoy este general con fama de ambiguo y reservado, y que tiene estudios de Etnología en la Universidad de la capital haitiana, ha pasado a ser considerado como el campeón de la lucha contra la corrupción y el narcotráfico en las filas castrenses, al mismo tiempo que se le identifica como el protagonista de un serio intento de instaurar un régimen democrático en Haití, que destierre el pos duvalierismo.Avril, de 51 años, nacido en una familia humilde en una pequeña aldea cercana a la capital, hizo pues carrera con el duvalierismo, pero al mismo tiempo se ganó entonces la enemiga del principal y siniestro engendro de la dinastía dictatorial: los eufónicamente llamados voluntarios de la seguridad nacional -los Tontons Macoutes-, creados por François Duvalier para vaciar de sentidos a unas fuerzas armadas que le producían abierta desconfianza.

Si por culpa de este sector macoutista-duvalierista tuvo que pasar a la retaguardia en vísperas del epílogo de la dictadura, Avril vuelve a resucitar esos fantasmas, aún por enterrar en Haití y los acusa de ser los responsables de la grave división y enfrentamientos vividos por el ejército en la última semana, en una conjura antidemocrática junto, a los militares enriquecidos por el narcotrá fico.

Es una personalidad con fama de reservado y de preten der quedar en segundo plano Fue sin embargo una de las figuras claves en la negociación que concluyó en el exilio de Jean Claude Duvalier en febrero de 1986.

Sin embargo no tuvo tiempo a penas de saborear esta gloria porque la presión de la calle le obligó a renunciar por su pasado duvalierista a su cargo de miembro del Consejo Nacional de Gobierno, que persidió el teniente general Henri Namphy en el primer gobierno de un tímido duvalierismo.

También fue él quien empujó un enfermo y febril, Namphy, recuperar la jefatura del Estado tres meses después de que éste se la hubiera entregado a un civil, Leslie Manigat, elegido presidente en enero de 1988 tras unas elecciones marcadas por el fraude y una ínfima participación. Namphy se lo agradeció con el generalato.

Pero en septiembre del pasado año, fue él quien empujado al poder por jóvenes suboficiales de la Guardia Presidencial, que hartos del débil papel de la institución castrense contra la corrupción y las bandas herederas del macutismo, que aterrorizaban nuevamente al país. Esos soldados y sargentos habían conspirado contra Namphy, contra Manigat pero le entregaron el mando sólo cuando vieron que su intentona parecía condenada al fracaso y necesitaba el amparo de una personalidad militar importante. Ahora, un sector de su base de apoyo se ha vuelto contra él.

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