Los comunistas entran en el gobierno de la capital de Sicilia
Dos concejales comunistas entrarán a formar parte, por vez primera en la historia de Palermo, del gobierno de la ciudad, si antes no entra en crisis, precisamente por este motivo, el propio Gobierno de Ciriaco de Mita. La entrada de los comunistas en la alcaldía de Palermo, en la que estarán junto a democristianos, católicos progresistas del grupo Ciudad del Hombre -apoyado por los jesuitas-, verdes, socialdemócratas e independientes de izquierda, pero sin los socialistas, fue decidida a las cinco de la madrugada de ayer, tras una noche entera de negociaciones convulsas en Roma y Palermo entre la Democracia Cristiana y el partido socialista.
Para acentuar la tensión, una llamada anónima de teléfono, en plena noche, advirtió que había sido colocada una bomba en el Palacio de las Águilas, sede del Ayuntamiento de Palermo, donde estaba reunido el pleno, lo que resultó ser falso.De nada han servido las amenazas del secretario socialista Bettino Craxi, que ha calificado de "provocación" el ingreso de los comunistas en Palermo, ni las llamadas a la prudencia del nuevo secretario democristiano Arnaldo Forlani, que hasta el último momento tuvo la esperanza de que los socialistas aceptasen entrar también ellos en el gobierno de la capital siciliana. Pero los socialistas fueron inamovibles, porque lo que querían era que saltara el alcalde, Leoluca Orlando, y que se diera paso a un Gobierno totalmente nuevo.
Pero el alcalde, en la noche del viernes, dijo por televisión que o los socialistas se decidían a participar en las negociaciones o que "el domingo los italianos sabrán por los periódicos nuestra decisión". La decisión tomada al alba de ayer fue la dimisión de todo el Gobierno, menos el alcalde, con el acuerdo de elegir el viernes el nuevo Ayuntamiento con dos concejales comunistas, una operación que cuenta con 54 votos de un total de 80.
En Roma se temía ayer que el caso Palermo provocar una crisis de Gobierno en la capital, donde las aguas ya están muy agitadas por la guerra entre los cinco partidos que forman el Gabinete de De Mita, todos con los nervios a flor de piel ante las elecciones europeas. Pero lo que más preocupa es la decisión de la Democracia Cristiana de permitir el ingreso de los comunistas en Palermo, sin los socialistas, sobre todo en un momento en el que el partido comunista está levantando la cresta.
Precisamente lo que preconiza el alcalde de Palermo, uno de los personajes italianos hoy más conocidos en el extranjero, es que ha llegado el tiempo en Italia de romper el rígido esquema de las llamadas "pertenencias" de los partidos tradicionales, para dar paso a fórmulas nuevas, a combinaciones políticas en las que participen también las nuevas fuerzas de la base de la sociedad en tomo a programas concretos, a batallas bien definidas, como la emprendida en Sicilia contra la Mafia, más que alrededor de formas políticas clásicas.
Y el miedo es que, ahora, el nuevo Gobierno de Palermo, que ha obtenido un gran prestigio en sólo veinte meses de vida, pueda contagiar a otras partes de Sicilia y de Italia, e incluso que pueda tener consecuencias a nivel nacional.
El temor surge, sobre todo, entre los socialistas, que sostienen desde siempre que en Italia no se puede gobernar sin ellos, lo que hasta ahora ha sido cierto a nivel nacional, pero si llega a funcionar el gobierno de una ciudad crucial y límite como Palermo, con comunistas y sin socialistas, podría poner en duda muchas cosas.
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