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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Consenso político en Polonia

EL ACUERDO firmado el miércoles entre el Gobierno polaco y Solidaridad constituye uno más de los pasos significativos que algunos países del Este de Europa vienen dando en los últimos meses para renovar un sistema político caduco y sin salidas. Por primera vez, un Ejecutivo comunista ha pactado con una oposición hasta hace poco encarcelada, y lo ha hecho para consensuar el camino que conduce al fin del socialismo real y a un sistema de democracia parlamentaria. La decisión política más importante del acuerdo es la legalización de Solidaridad, pero en él hay además un conjunto de disposiciones políticas y jurídicas que equivalen a una reforma constitucional profunda: garantía de la libertad de expresión y asociación, creación de un Senado elegido democráticamente, definición de nuevos poderes para el presidente de la República, así como medidas sociales y económicas que orientan el país hacia una economía de mercado.Con este acuerdo, Solidaridad obtiene una victoria. ¿Cómo ha sido posible un giro tan radical en la situación polaca? La raíz está en la incapacidad del Gobierno para realizar una reforma económica sin la cual ni podía obtener ayudas exteriores ni sacar el país del hoyo. Tardó en tomar conciencia de que sin acuerdo con la oposición la reforma sería imposible (no huelga recordar a este respecto el referéndum del otoño de 1987, que acabó en descalabro). Cuando, por fin, tomó la decisión de negociar con Solidaridad, se produjo una decantación en el partido comunista: los duros quedaron relegados y los realistas pasaron a los puestos de mando. Y así se desbloqueó el camino hacia la negociación.

Pero sólo era un paso, porque en el curso de las conversaciones el Gobierno ha cruzado el camino de unas propuestas iníciales tímidas y raquíticas a unas concesiones sustanciales. Una evolución en la que ha sido factor decisivo la debilidad intrínseca del Ejecutivo polaco. Ello se refleja en el curioso pacto electoral, según el cual la oposición acepta, en las elecciones fijadas para junio, limitar su representación en el Congreso al 35% de los diputados. Por absurda que sea en términos de democracia política, esta cláusula indica dos cosas: por parte del Gobierno, el temor a que en unas elecciones en campo abierto gane la oposición; por parte de la oposición, que acepta dar un carácter gradual a esa misma transición. En las elecciones futuras se aplicará, sin límites previos, la regla democrática. Por tanto, el acuerdo contiene la posibilidad -incluso la probabilidad- de que Polonia tenga en fecha no lejana un Gobierno no comunista.

Pero entre lo firmado y la práctica ulterior pueden surgir diferencias. La nueva etapa polaca, por prometedora que sea, se presenta cargada de problemas y peligros. Enormes obstáculos se levantan en el camino de la reforma diseñada, empezando por la existencia en la dirección comunista de un sector -"el último bastión del estalinismo", según la expresión de Adam Michnik- que ha hecho casi todo para hacer fracasar la mesa redonda. Tampoco hay que descartar reacciones de descontento en sectores radicales de la oposición, alérgicos a las soluciones evolutivas. Ello, agravado por la desastrosa coyuntura económica, de la que sólo con un giro radical será posible salir.

Lo ocurrido en Varsovia sería inimaginable sin la nueva política de Moscú. Pero con vistas al futuro cabe preguntarse si la URSS aceptará mutaciones tan radicales en los sistemas internos de sus aliados. Dicho de otra manera, si Gorbachov ha comprendido que es absurdo, y peligroso, identificar los intereses de seguridad de la URSS y el mantenimiento, incluso por la fuerza, de regímenes comunistas, como hicieron sus predecesores en el Kremlin. Lo cierto es que existen suficientes indicios sobre la disposición del líder soviético a asumir los cambios que apuntan en Hungría y Polonia. Una razón más, y no de escasa monta, para ver en el acuerdo de Varsovia un paso importante para el futuro europeo.

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