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La Cámara italiana aprueba una ley contra la violencia sexual

Juan Arias

La Cámara baja italiana ha aprobado una ley contra la violencia sexual, tras casi 12 años de debate y mes y medio de continuos golpes de escena entre los diputados, que se han pronunciado mediante votaciones secretas. Esta nueva ley revoca definitiva y radicalmente el concepto recogido por el antiguo código fascista, según el cual, la violencia sexual era un delito contra la moral, pero no contra la persona. El texto deberá volver al Senado para su aprobación definitiva.

El calvario de esta ley no ha acabado, ya que la Cámara baja ha hecho correcciones de última hora al texto que había aprobado el Senado. Ahora tendrá que volver otra vez a ser discutida y votada por los senadores y remitida de nuevo a la Cámara para una nueva discusión y su aprobación definitiva.Las dos correcciones fundamentales hechas por los diputados han sido rebajar de 14 a 13 años la edad en la cual los menores de edad pueden usar libremente de su sexualidad sin ser penados por la ley.

Y también que en todos los casos de violencia sexual, incluso dentro del matrimonio, se pueda proceder contra el culpable "de oficio", es decir, que la denuncia del caso la pueda hacer no sólo la víctima, sino cualquier otra persona pública o privada.

El Senado había aprobado el "doble régimen", es decir, por oficio, en los casos de violación de mujeres fuera del matrimonio, y sólo por parte de la víctima entre casados.

Abstención de socialistas

La ley, modificada tras su paso por el Senado el 5 de julio del año pasado, ha sido aprobada con 296 votos a favor, 205 abstenciones y 90 votos en contra. En general se han abstenido los democristianos, pero el voto ha sido curioso y contradictorio.Por ejemplo, se han abstenido, junto a la mayor parte de los democristianos, los radicales y la extrema izquierda, representada por Democracia Proletaria, mientras que ha habido democristianos que han votado a favor. Lo mismo ha ocurrido dentro de la izquierda, donde ha habido, por ejemplo socialistas que se han abstenido. Los comunistas valoran haber podido corregir la ley aprobada por el Senado como una gran victoria de la izquierda en general, pero los democristianos han anunciado ya su batalla para que vuelva a ser rectificada por el Senado.

Esta ley, tan esperada desde hace 12 años, no hace distinción entre estupro en sentido estricto y violencia sexual en general; es decir, que no se exige la penetración para cometer el delito previsto por la ley, sino que basta hacer uso de la violencia en el campo sexual contra la voluntad de una persona.

Las penas contra los culpables de violencia sexual han sido aumentadas de tres a ocho años por los diputados. En caso de homicidio de la víctima o de secuestro de la persona, la pena podrá llegar a la cadena perpetua.

En el caso de los menores, aunque no se considera delito hacer el amor entre un joven de 13 años con otro menor de 18, sí lo es cuando se realiza entre un menor y un adulto. En este caso la pena oscila entre los tres y los ocho años de prisión, y puede aumentar de cuatro a 10 años si el menor tiene menos de 10 años. También será castigado con una pena que puede llegar a seis años quien obligue a un menor a presenciar actos sexuales.

La violencia de grupo contra una persona será castigada con una pena de cuatro a 12 años de cárcel para todos y cada uno de los participantes en el acto.

Por último ha sido introducido, tras infinitas polémicas, el principio de que todo ciudadano que deje de socorrer a una víctima de violencia sexual será condenado a una pena de seis meses a un año de cárcel, que podrá aumentarse entre seis meses y dos años si la víctima sufre heridas, y entre dos años a cinco años si fallece por esa causa. La gran polémica sobre si se debe proceder de oficio o no contra el agresor dentro y fuera del matrimonio ha provocado enfrentamientos entre la izquierda, en cuyo seno coexisten dos concepciones distintas de ver la autodeterminación de la mujer.

Hay quienes piensan, como los radicales, que debe ser la víctima quien presente la denuncia, y no terceras personas, porque una mujer puede tener razones muy concretas y personales para rehuir un proceso público en una cuestión tan delicada. Los democristianos, por el contrario, y algunos socialistas, prefieren distinguir entre la violencia sufrida fuera o dentro del matrimonio para preservar la libertad de intimidad -de la pareja de la intervención de terceros.

Los comunistas han dado la batalla para que cualquiera pueda presentar una denuncia contra quien ejerce la violencia sexual contra el prójimo. Creen que muchas veces una jovencita o una mujer casada pueden no tener el coraje suficiente para presentarse ante los jueces y acabar siendo chantajeadas por los agresores.

Contenido emotivo

Ahora la última palabra la tiene el Senado, donde la ley tendrá que pasar de nuevo mediante voto secreto, procedimiento que tanto divide -en particular en este caso- a partidos, senadores y diputados por el gran contenido emotivo de la ley y su vinculación a viejos tabúes.Horas antes de que fuera aprobada esta ley, un caso ocurrido en Turín ha sacudido la sensibilidad pública italiana: un muchacho de 15 años ha violado a una niña de 12 en el portal de su casa. La niña fue hospitalizada.

Las familias de ambos se han encerrado en el silencio, mientras el muchacho ha sido recluido en la cárcel para menores Ferrante Aporti, a las afueras de la ciudad.

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