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La 'cumbre' de la EFTA debatira mañana la creación de una unión alduanera con la Comunidad

La cooperación económica y comercial con la Comunidad Europea es el gran reto que afronta la cumbre de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) que se celebra mañana en Oslo. El objetivo de los seis países que integran la asociación es participar en el gran mercado interior, a partir de 1992, a través de una unión aduanera que garantice el llamado espacio económico europeo. Para que esa Europa comercial pase de 12 a 18 Estados miembros, la EFTA tiene antes que dotarse de estructuras de decisión y resolver sus diferencias internas.

ENVIADO ESPECIAL, La reunión de los jefes de Gobierno de los países de la EFTA -asociación integrada por Noruega, Austria, Finlandia, Islandia, Suecia y Suiza, además del Principado de Liechtenstein, cuyos intereses comerciales representa el Gobierno helvético- constituye por sí sola un acontecimiento. Esta es la quinta cumbre en los casi 30 años de historia de la organización y el primer encuentro de alto nivel desde 1984.Lo que está a debate es el futuro de las relaciones con la CE y el reforzamiento de las estructuras de la EFTA para hacer posibles la cooperación institucional y la adopción de acuerdos de cooperación conjuntos. Las conclusiones de la cumbre serán analizadas por las dos organizaciones el próximo día 20.

La base de las discusiones la constituye la creación del llamado espacio económico europeo que pasaría a aglutinar a 18 países de Europa Occidental. Los dos bloques mantienen ahora unas relaciones comerciales privilegiadas gracias simplemente a una zona de libre cambio industrial. El siguiente paso sería constituir una unión aduanera y poner en pie la cooperación económica, industrial y tecnológica. Los países de la EFTA tienen que resolver la carencia de estructuras de decisión y la falta de una política comercial común, lo cual les impide reforzar su relación institucional con la CE.

La EFTA y la Comunidad ya tienen muy avanzadas las negociaciones sobre eliminación de las restricciones a la exportación a partir de enero del próximo año. Pero las propuestas lanzadas por el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, en su intervención el pasado 17 de enero ante el Parlamento Europeo, han sido el desencadenante de un proceso de integración entre los dos bloques comerciales de Europa Occidental. Delors ofreció entonces un modelo de cooperación basado en que la construcción del mercado interior es prioritaria a los procesos e adhesión a la CE.

Dificultades parlamentarias

Las dificultades parlamentarias en cada país para la cesión de soberania que implica constituir una unión aduanera con la CE y establecer una tarifa aduanera común de cara al exterior hacen peligrar el proceso. Austria parece más inclinada a presentar en los próximos meses su candidatura de adhesión a la CE, a pesar de que Delors ha declarado que la ampliación debe estar congelada hasta 1992 y que en todo caso la neutralidad es incompatible con pasar a ingresar un club de los doce que camina hacia la unión monetaria, económica y, a más largo plazo, política.

La creación del mercado único en la CE ha desatado la ínquietud en el bloque de países de la EFTA, conscientes de que sus economías no pueden vivir al margen de la Europa comunitaria, destino del grueso de su comercio. Tampoco la CE quiere dejar de lado los beneficios de un mercado más importante que el estadounidense y el japonés juntos. A pesar de contar con una población 10 veces superior (320 millones de habitantes frente a 32 millones) y un producto interior bruto siete veces más grande, la CE dirige a los seis países le la EFTA el 10% de sus exportaciones (más de 10 billones de pesetas al año) y obtiene un superávit comercial de un billón de pesetas.

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