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Cuatro años después

Las elecciones parlamentarias en la URSS alientan un fuerte debate político a través de las asambleas

Pilar Bonet

Si Mijail Gorbachov fuera un presidente norteamericano, su mandato de cuatro años se habría acabado este fin de semana. El aniversario de su llegada al poder, el 11 de marzo de 1985, coincide, sin embargo, con una reforma política que se ha iniciado hace sólo unos meses, en junio de 1988, durante la XIX Conferencia del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). La URSS se encuentra hoy en la recta final de la primera etapa de esta reforma: las elecciones parlamentarias del próximo día 26.

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Después de tres años y medio tratando de perfeccionar lo heredado, Gorbachov se sacó de la manga una reforma que ha de proporcionarle una legitimidad fuera del partido comunista y darle un margen de libertad, ahora restringida por los camaradas del Politburó. Éste es uno de los fines de las elecciones que eventualmente lo llevarán a su confirmación como jefe del Estado. Pero no el único. La campaña electoral ha abierto la caja de Pandora de las pasiones políticas en todos los rincones de la URSS. Mientras en Vladivostok, un almirante de la flota convocaba a sus barcos en busca de quórum, en Ucrania los poderes locales de la región de Zhitomir trataban de tapar la boca a la periodista Ala Yaroshinskaia. Por primera vez, con mayor o menor resistencia del aparato de poder local, el ciudadano soviético ha podido asistir a la expresión libre en un debate político muchas veces primitivo y hasta grosero, que ha sacudido el país.Durante más de dos meses, los soviéticos han participado en largas asambleas nocturnas para elegir a sus candidatos por circunscripciones territoriales y nacionales. Para los 1.500 puestos de estas dos categorías hay 2.899 candidatos, es decir, casi dos pretendientes por escaño. La cantidad de dos candidatos es considerada "lo óptimo" por el periódico gubernamental Izvestia, pero la ley electoral no obliga a tener más de un candidato por circunscripción. En 384 distritos, es decir, en más de un cuarto de ellos, hay candidato único. Éste, en la mayoría de los casos, es un comunista, y, según todas las indicaciones, el secretario de la organización del partido. Un 86% de los candidatos pertenece al PCUS (más que en las elecciones a diputados del pasado, que tenían un carácter estrictamente formal). Las mujeres (16,3%) y los jóvenes del komsomol -organización juvenil del partido- (2,2%) han perdido posiciones respecto a las que les aseguraban el reparto de contingentes del pasado.

Organizaciones sociales

Este fin de semana ha comenzado en la Unión Soviética la confirmación de los candidatos por el último tercio parlamentario: las organizaciones sociales. Por tales se entiende desde la Unión de Filatelistas al Partido Comunista hasta la Academia de Ciencias, pasando por la Unión de Escritores, a quienes les han sido asignados cupos diversos en un contingente de 750 diputados.

La promoción de candidatos en las organizaciones sociales en general ha agudizado la crisis de instituciones protegidas y apoltronadas por su monopolio del sector. Uno de los ejemplos más claros es el de la Academia de Ciencias de la URSS, en la que el científico y premio Nobel de la Paz Andrei Sajarov, una autoridad moral en su país, ha provocado una tormenta, al insistir en mantener su candidatura, pese al rechazo del Presidium de la Academia. La conferencia que deberá confirmar los 20 escaños de la organización, a celebrar el 21 de marzo en un estadio de Moscú, promete ser agitada.

Las organizaciones sociales se consideran en parte un refugio para evitar los riesgos de una votación abierta, ya que sus candidatos se someten sólo a la votación interna en éstas o son designados por sus respectivas direcciones. "Las fuerzas conservadoras quisieran hacer pasar a través de las organizaciones sociales a aquellos trabajadores del aparato que difícilmente pueden contar con el éxito en un encuentro directo con los electores", manifestaba el economista Gavril Popov, que denunciaba al Zentrosoiuz, un organismo estatal, por haberse apropiado de los contingentes reservados a las cooperativas.

El proceso electoral en su conjunto ha estado lejos de ser democrático. El aparato del partido se ha inventado todo tipo de artimañas para utilizar en su favor una ley que los reformistas soviéticos quieren ya cambiar en el próximo Parlamento. Las comisiones electorales, un organismo de composición confusa, han sido decisivas para una segunda y definitiva criba de candidatos en asambleas electorales de distrito cuyo secreto estaba en las normas de admisión en la sala. "¿Quién elige a la sala?", se preguntaba Andrei Nuikin, experto en arte convertido en activista destacado de la perestroika. Nuikin había fracasado con el distrito de Krasnopresuaia de Moscú, después de que el secretario del partido del barrio llenara la sala de electores instruidos sobre la necesidad de votar a otro candidato. Cambiar la hora de la asamblea, no permitir el acceso a la sala, llenar la sala con gente aleccionada o utilizar a las fuerzas del orden público, como en Saratov, han sido medios de control electoral utilizados por el aparato del partido contra elementos incontrolados.

Las elecciones han activado al funcionariado conservador, pero también a los llamados informales, grupos de distinta tendencia, embriones de los futuros partidos políticos, si es que llegan a formarse.

En la campaña electoral ha habido también situaciones límite, como la de Lituania, donde Sejudis (El Movimiento), la organización de masas que amenazaba con barrer al partido comunista, ha retirado a dos de sus candidatos para dejar ganar al jefe del Partido, Alguirdas Brazauskas.

Para algunos, como el capitán Verbitski, residente en Letonia, la pluralidad de candidatos no supone: una opción. El problema del capitán, contado en Krasnaia Zvesda, el órgano del Ejército, es ilustrativo del nuevo estado de cosas en las regiones más desarrolladas de la URSS. Uno de los candidatos, vicepresidente del Consejo de Ministros, propone crear unidades republicanas del Ejército y reducir el servicio militar. El otro, presidente de un koljoz (granja colectiva propiedad de la comunidad rural que trabaja en ella), no tiene un programa militar, pero pide un Partido Campesino ante la pérdida de confianza en el partido comunista.

Nadie espera que los dos nuevos Parlamentos puedan poner en peligro la capacidad de decisión del partido comunista. Al Soviet Supremo, según los pronósticos, llegarán eventualmente una docena de incontrolados, por así decirlo. Tal vez, Boris Eltsin y Andrei Sajarov, que no podrán cambiar la línea del partido o hacer prosperar propuestas con la oposición de la directiva soviética. Su fuerza es moral y está en la posibilidad de expresarse, de disentir en voz alta y sin temor Será un contrapeso simbólico pero importante, en el camino de la diversificación de la política y la sociedad soviéticas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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