La cúpula del poder yugoslavo intenta desactivar la explosiva situación en Kosovo

"La crisis política y moral en Kosovo ha alcanzado tal punto que puede suceder lo peor, y tenemos que frenarlo a toda costa", declaró ayer en Pristina (capital de Kosovo), Stipe Suvar, jefe del partido comunista yugoslavo. El propio Suvar; el presidente, Raif Dizdarevic; el jefe de Estado Mayor, Stevan Mirkovic, y el líder comunista serbio, Slobodan Milosevic, viajaron a Kosovo, la provincia más meriodional serbia, con mayoría étnica albanesa, para discutir las medidas que frenen la ola de protestas, prácticamente una huelga general, que han paralizado desde hace cinco días la provincia.

Unos 1.500 obreros de la mina de Trepca, en Kosovo, comenzaron la protesta hace cinco días, al rehusar salir del interior de la mina y exigir la dimisión del Gobierno provincial, recién elegido, encabezado por Rahman Morina, y oponerse a los cambios de la Constitución de Serbia, que data de 1974, que prevén mayor injerencia militar, judicial y policiaca serbia.

La protesta minera ha recibido un amplio apoyo de toda la población albanesa de la zona (un 90% del total de habitantes de Kosovo), y desde hace días las fábricas están paradas, las clases escolares y universitarias boicoteadas, el transporte público en algunas ciudades interrumpido y 5.000 estudiantes congregados durante varios días en un estadio.

Desde las manifestaciones masivas de noviembre de 1988 las protestas callejeras han estado prohibidas.

Unas 20.000 personas participan en la huelga. En la noche del miércoles al jueves el clima se volvió más dramático con la aparición de los panfletos que instaban a la lucha armada.