Cambio defraudado

Si la CNT se ha significado por algo durante todo el proceso pre y pos 14-D, en lo que al diario que tú diriges se refiere, habrá sido por no haber podido defender sus propios criterios en páginas de Opinión, anegadas plumas eruditas y espontáneamente ofrecidas a explicarnos el asunto.Por eso pienso que no es mucho pedir si, a estas alturas ruego un rincón de las Cartas al Director desde donde expresar nuestra posición sobre la situación actual, tras el discurso presidente del Gobierno ante el Parlamento en el debate sobre el estado de la nación.

Para empezar, el discurso presidencial ha sido -sin duda- claro y taxativo. Lamentablemente, no para ofrecer soluciones a las justas demandas sindicales (que deben ser tan inflamables como la realidad social que las sustenta) o para saldar la deuda social contraída con clases más desfavorecidas en la década de los pactos sociales, sino para reafirmar su defensa a ultranza de un modelo socioeconómico que da la espalda a quines con su voto le dieron el poder para ser ejercido en un proyecto de cambio a todas luces defraudado.

Y es que el presidente González se niega a entender que los sindicatos mayoritarios, tras la década pactista -que ha generado la recuperación macroeconómica, sí, pero a costa de la aporta-

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ción de amplias capas de pobreza-, puedan enmendar hoy su error -aleccionados indudablemente en Seat, banca, FASA, enseñanza...- y, en mejor coyuntura, luchen junto a los que siempre nos opusimos a dicha política sindical y socioeconómica, contra un modelo que se ha demostrado contrario a los intereses de la clase trabajadora. Que esto no pueda entenderse por parte de un Gobierno socialista, lanzando desaforadamente dardos envenenados contra los sindicatos, significa que se ha perdido el norte y se vuelve la espalda a la realidad, no aceptando, desde actitudes de ceguera o prepotencia, las reglas básicas del juego democrático, que, por cierto, no impusimos los trabajadores.

Más aún: resulta incomprensible por intolerable que el Gobierno se permita el lujo de retirar la oferta planteada en la mesa de negociación, con la mezquina justificación de que, al no alcanzarse acuerdo, no existe la contraprestación de garantizar la paz social, olvidando que no son precisamente los sindicatos (a los que de tal forma se trata de chantajear) los beneficiarios de dicha oferta, sino la mayoría social que antaño reivindicó para granjearse el poder, siendo los sindicatos meros vehículos de la protesta y demandas de la sociedad, función para la que los partidos -permíteme decirlo claro- se han mostrado absolutamente inútiles, en la totalidad de su espectro de colores.

Sobre futuras negociaciones (Mesa de la Función Pública y, sobre todo, la prometida Mesa de Empleo), conipartimos en CNT el escepticismo mostradoen reciente reunión conjunta por los responsables de UGT y CC OO, tras el farragoso descalabro de la mesa de los cuatro puntos, donde, a la postre, sólo se habló de cifras y no de conceptos; tales augurios aumentan nuestro desconcierto ante lo insuficiente de las medidas de presión propuestas por los sindicatos mayoritarios, faltos de iniciativa, hasta hoy sólo concretadas en un Primero de Mayo unitario, obviando el resto de las propuestas anarcosindicalistas de movilización (semana de lucha en abril y huelga general de 48 horas en junio).

Responsablemente -poniendo el acento en la responsabilidad contraída por el movimiento sindical, con ocho millones de trabajadores y trabajadoras-, la CNT refuta la ecuación manejada por los mayoritarios por la que al rotundo éxito de una movilización (huelga general del 14-13) debe suceder una desmovilización, ante la evidente dificultad de repetir tan gran faena. Esta lógica, que de haberse extendido habría inmovilizado el desarrollo de la humanidad, prisionera de sus propias gestas, sólo puede llevarnos a entregar maniatados de pies y manos las incuestionables demandas sociales y los intereses de sus protagonistas al libre albedrío de una política antisocial.

Para que tal no ocurra, los trabajadores y trabajadoras de la CNT continuaremos defendiendo nuestra posición, que entiende que al éxito de una movilización cuyas justas reivindicaciones no han sido atendidas ha de suceder una profundización en las movilizaciones, a saber, perfectamente constitucionales, y que a ningún demócrata pueden en justicia asustar.

Por lo demás, como cabía suponer, de este sexto debate sobre el Estado, la nación ha salido con la cabeza caliente y los pies fríos.

Agradeciéndote la oportunidad de expresarnos libremente, recibe un cordial saludo.- Secretario de Información e Imagen de CNT.