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La Democracia cristiana debate si sigue o no la renovación iniciada por De Mita

Juan Arias

La Democracia Cristiana, la llamada ballena blanca —en contraposición al elefante rojo del partido comunista—, abre hoy su 18ª congreso nacional, en el que debatirá si continúa o no la renovación iniciada por De Mita. La DC obtuvo en las últimas elecciones de 1987 el 34,3% de los votos, confirmándose como el partido de mayoría relativa, al que sigue el PCI, con el 26, 6%. En el congreso participarán 1.300 delegados, o "grandes electores", de los cuales 920 son elegidos por la base y el resto como miembros de derecho.

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La característica del congreso, que se abre esta tarde en el Palacio de Deportes de Roma, ha estado dominada en los últimos meses por un solo hecho: si continuar o no la línea de renovación emprendida hace siete años por el secretario Ciriaco de Mita, el líder entonces casi desconocido, con fama de intelectual: Un meridionalista hijo del sastre del pueblo, que estudió en la universidad Católica de Milán, a la otra punta del país, gracias a la ayuda económica de su párroco, que lo consideraba un muchacho inteligente.

De Mita ha luchado por enderezar un partido zarandeado por los escándalos y gastado tras 40 años de poder ininterrumpido. Puso en marcha con gran dificultad y buena voluntad el proceso de renovación y no obtuvo más que resultados parciales. Paradójicamente, sus mayores triunfos han consistido en recuperar para su partido el poder que había perdido, reconquistándole tanto el Quirinal, la presidencia de la República como el Palazzo Chigi, la presidencia del Gobierno, dos columnas del poder que la ballena blanca había perdido por vez primera en la historia.

Contra el doble cargo

Apoyado en su esfuerzo de novedad renovadora por la Prensa progresista del país, De Mita se había hecho una buena imagen y creció tanto su poder que sus adversarios del centro y de la derecha le acusaron de haber implantado una "monarquía" donde sólo contaban los demitianos, una nueva raza aparecida en el celoso y conservador jardín zoológico democristiano.

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De ahí el que, sobre todo después de que De Mita se había adueñado de los cargos de secretario del, partido y presidente del Gobierno, hayan empezado los tiros contra él. Se le dijo que no era posible que mantuviese ya el "doble cargo". Y de nada sirvió el que alegase que también Craxi y Spadolini habían sido también al mismo tiempo las dos cosas. Se le dijo abiertamente que debía dejar la secretaría.

De Mita, que es hombre astuto y posee la vieja sabiduría griega napolitana, les dijo que tenían razón y les empujó a presentar candidatos alternativos. Y naturalmente nadie quiso mojarse, por aquello de que "quien entra Papa en el cónclave sale cardenal".

El peligro para la DC es el de llegar al importante congreso esta tarde dividida en dos bloques, una mala imagen para el partido católico que, aunque por debajo se desuelle, ha tenido siempre el orgullo de presentarse ante el público vestido con la virtud de "unidad".

De ahí que al final viese anoche buscando un compromiso: un secretario del grupo del centro conservador, una cara vieja, la de Aznaldo Forlani, actual presidente del partido, yen su puesto De Mita para no decir públicamente que la DC reniega completamente la renovación y echa por la borda al líder de los nuevos éxitos democristianos. Y además y sobre todo, porque si a De Mita se le quitase completamente de en medio peligraría la presidencia del Gobierno, ya que los laicos han amonestado que después de De Mita no tiene por qué volver a presidir el Gobierno otro democristiano.

Una cosa es segura: la DC, en su mayoría, se ha cansado de seguir hablando de renovación del partido. Lo que quiere es menos elucubraciones sobre "el nuevo método de hacer política», promocionado por De Mita, y las manos más libres para seguir ocupando el poder. De Mita les amonesta diciendo: "Así volveréis a perderlo". Pero la ballena blanca es antes que nada pragmática y responde: "Ahora lo tenemos, lo importante es consolidarlo", ya que, como suele decir el divino Andreotti, "el poder desgasta sólo a quien no lo tiene".

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