Sin concesiones a la galería

EL PAÍS, La brillantez en la oratoria no fue en absoluto la característica de la primera jornada del debate del estado de la nación si se exceptúa la intervención del representante popular, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, que despuntó en cierta medida dada la monotonía del resto de sus compañeros, que no vivieron ayer su mejor jornada parlamentaria. En el caso del presidente del Gobierno, Felipe González, parece que fue deliberado si se tiene en cuenta su afán de recalcar que ayer no le movía ninguna intención "electoralista" y así lo dijo dentro y fuera del hemiciclo.

González no quiso hacer concesiones a la galería socialista. Como muestra, cabe destacar el gesto enérgico que hizo con la mano para acallar los aplausos que le dispensaron los suyos al abandonar la tribuna de oradores.

"Monótono y repetitivo" fueron los adjetivos que los políticos de la oposición más utilizaron al serles requerida su opinión respecto al discurso de González. Tampoco el resto llamó la atención de la Cámara si se tiene en cuenta el baremo que sirve como indicador en las Cortes: el grado el silencio de los parlamentarios. Los murmullos ayer fueron constantes.

En la tribuna

Presidentes de comunidades autónomas, como el valenciano Joan Lerma; el secretario de organización del PSOE, Txiki Benegas, y el secretario general del PCE, Julio Anguita, fueron algunas de las personas que siguieron el debate desde la tribuna de invitados. Muchos senadores se desplazaron a la Cámara baja para seguir en directo el debate, como el ex presidente de la antigua Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha. Éste reveló que tenía "órdenes del partido" de no hacer valoraciones, pero ya que le preguntaban, no tenía inconveniente en afirmar que Felipe. González había estado tedioso y ello porque se había limitado "a leer unos papeles que se había traído de casa".