Porcelana china
El papel de los bancos empieza a ser preocupante. Hasta ahora, los títulos nominativos ofrecían, además del dividendo, la seguridad de los transatlánticos en cruceros de bonanza. Pero la tradicional revalorización de los títulos bancarios empezó a torcerse al entrar en las procelosas aguas de la gran fusión. Banesto y Central están ya en el vértice de un importante volumen de oferta que, de momento, sólo gotea por un cono invertido gracias a la acción secante de las propias entidades. Hay además una pregunta inquietante sobrevolando los mercados: si se rompe la fusión, ¿de qué habrá servido equiparar los cambios? La confianza del pequeño inversor es frágil como la porcelana china, aunque sobre ella se fundamentan también en gran medida los grandes proyectos.
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