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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ayunos en tauromaquia

En su artículo La llamada fiesta nacional, publicado en EL PAÍS el 31 de enero de 1989, el filósofo Ferrater Mora sintetiza brillantemente los argumentos que suelen ofrecerse en defensa de tan cruel espectáculo y comprueba la futilidad de los mismos. Surge el nombre de Ortega y Gasset, a quien el filósofo catalán reconoce deber muchísimo, como todos los de su generación. No deja de observar la nulidad de la defensa de las corridas, de todo lo cual eufemísticamente dice Ferrater que "si Ortega hubiese vivido hoy es muy probable que hubiera cambiado de opinión".En mi modesta opinión, nada desenmascara más la falta de generosidad de una persona que la actitud que ella adopta ante el dolor de los seres más desvalidos de la creación: los animales. El goce ante el sufrimiento ajeno es la evidencia de un fallo propio, y ante tal fallo Ortega pierde la racionalidad y reacciona con cólera, ¿contra él mismo? El resultado no podía ser otro que los más flojos de los escritos orteguianos, que son los relativos a los toros. Como botón de muestra basta citar uno de los argumentos cuando dice, ante la vista de un bello ejemplar de toro, que sería una lástima si no probara su bravura frente a la tortura. ¡Como, por ejemplo, si la entereza del pueblo judío ante su sactificio justificara su suplicio!

Bergson se refirió a Ortega como "muy mal filósofo pero genial ensayista". Si el filósofo francés hubiera leído la serie de desatino protaurinos seguro que habría rebajado su valoración de los ensayos del gran escritor madrileño.- .

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