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Regeneración

Rosa Montero

Pacheco, el alcalde de Jerez, ha tenido la superferolítica idea de regenerar a las prostitutas de su zona. Afán éste, el de salvar a las mujeres de sí mismas, que siempre tuvo una honda raigambre en el universo de las fantasías masculinas. Quiere Pacheco que las putas aprendan algún pequeño oficio; encima de llevar una vida aperreada, ahora se convertirán en obreras lumpen.Se me ocurre, sin embargo, que esta iniciativa nobilísima se le ha quedado un poco corta. Porque, puestos a dar lustre y esplendor a las conciencias, ¿por qué no regenerar también a los clientes? A las puertas de los burdeles más sonados podría instalarse un equipo móvil de primeros auxilios morales, como los de la Cruz Roja, pero equipado para las transfusiones del espíritu. Y una dotación de especialistas se encargaría de explicar a los puteros la indecencia total de lo que hacen. Que es feísimo aprovecharse sexualmente de las necesidades económicas del otro. Despreciar, como suelen hacerlo los clientes, a aquellas con quienes gozan. Disfrutar humillando. Y pretender comprar por cuatro perras no sólo el sexo de la hetaira, sino también su dignidad. Menudo pantano moral guardan en su corazoncito los puteros. Ellos sí que necesitan un plan de regeneración en siete días.

Algunas feministas reclaman que la prostitución sea prohibida. No estoy de acuerdo. La prostitución no es más que la punta de¡ iceberg de una sociedad profundamente enferma, en la que la relación hombre / mujer está teñida de humillación y de violencia. Hasta que no sanemos todos, no se acabará con los burdeles; la prohibición no evita el comercio carnal, sólo deja indefensas a las putas. Si Pacheco quiere hacer algo por sus chicas, que les proporcione una buena protección médica y legal, para que así se puedan defender de los chulos y demás abusos habituales. Y, eso sí, que se preocupe de la educación de la totalidad de las mujeres, y de construir una sociedad menos tarada. Es decir, que intente cambiar siquiera un poco este mundo tan prostituido que habitamos.

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