La escapada
Buena parte de los escritores de ficción científica y guionistas de lo fantástico ha recurrido con constancia a una situación límite, pero probable, con la que arrancar sus particulares historias: alguien, en algún lugar, ha sido sometido a un sofisticado sistema de hibernación. Décadas más tarde revive. Su enfrentamiento con la nueva realidad le deja absolutamente descolocado. Ahí comienza la historia.Lo peculiar de los tiempos que vivimos es que esa situación se puede reproducir sin necesidad de sofisticados sistemas técnicos. Basta que el individuo desaparezca del mapa 15 o 20 días para que, a su regreso, no entienda nada. La aceleración política,
-Y social y económica es tal, o al menos así lo aparenta, que el protagonista de la historia dudará constantemente sobre su equilibrio psíquico. Sólo las referencias más próximas e inmutables -familia, compañeros de trabajo, espacios informativos de TVE- le permitirán aferrarse al recuerdo de lo que era su vida y su país antes de la escapada.
Los dirigentes socialistas, obreros y españoles anatematizan desde cualquier púlpito a los sindicatos. Los líderes de la derecha más conservadora e integrista consideran que no ir a la huelga es de esquiroles, mientras apuestan por un político de la talla de Marcelino Oreja. Por la pantalla de la televisión repiten incesantemente un plano en el que Buyo arremete por lo bajo contra la pierna de un colchonero, con la peculiaridad de que por cada repetición los recursos y contrarrecursos jurídico-deportivos agravan la sanción. El fiscal general del Estado recomienda los registros anales y vaginales, mientras el general Armada nos sorprende a todos con una recuperación de sus dolencias cardiacas que bordea lo milagroso. El ex ministro Boyer, factótum de la política económica contestada, desmiente categóricamente que su nuevo dormitorio vaya a tener 400 metros cuadrados...
John Reed nos contó los 10 días que estremecieron al mundo. Ahora podría ser columnista diario sin bajar el listón del estremecimiento.
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