Azul y dorada
Acabo de cumplir, 60 años y la primera felicitación recibida por este aniversario fue una amable y extensa carta de Renfe, acompañada de mi tarjeta dorada; en ella se me informaba de las muchas y maravillosas ventajas que podría disfrutar en adelante confiando en Renfe y usando mi nueva tarjeta. Adquiero en seguida una para mi marido, pago 200 pesetas en la agencia de viajes.Y, por fin, para trasladarme desde Valencia a Madrid presento mi arjeta en el despacho de billetes de Renfe y pido un billete de segunda clase para el Intercity Valencia-Madrid, por supuesto en día azul. Me cobran por dicho billete 2.860 pesetas. Pregunto al señor de la taquilla si ha tenido en cuenta mi flamante tarjeta y, ante mi asombro, me señala el sello que le me acaba de poner en el billete y me aclara que me ha rebajado 80 pesetas. ¿Es éste el resultado del esfuerzo de Renfe, del que tanto se me habla en la referida carta? Me temo que nunca sabré la respuesta, y conmigo, tantos otros mayores que les gustaría mucho confiar en Renfe y viajar en tren, aunque el autobús cueste la mitad sin tarjetas ni días azules.- Carmen Barroso.
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