Miguel Ángel López Ocaña declara por cuarta vez en el 'caso Brouard'
El principal testigo del caso Brouard, Miguel Ángel López Ocaña, ha sido citado a declarar hoy ante el juzgado número 1 de Bilbao, que instruye el sumario. Será esta la cuarta comparecencia del testigo condenado a más de cuarenta años de prisión por el asesinato de su cuñado y tenencia ilícita de armas. Medios relacionados con la investigación han atribuido siempre a López Ocaña un conocimiento de los entresijos de la preparación y ejecución del atentado mayor del que él quiere dar a entender.Esta circunstancia otorga a su nueva declaración una gran importancia, aun mayor al producirse a petición propia, y abre la posibilidad de avanzar en una investigación hasta ahora tortuosa y muy compleja. Las piezas comenzaron a encajar precisamente a raíz de las primeras revelaciones de López Ocaña.
Fue él quien en octubre de 1985, apuntó a Juan José Rodríguez Díaz, el francés, como suministrador de las armas empleadas en el atentado de Bilbao y quien adelantó ante los jueces la coincidencia de identidad entre los asesinos del dirigente de Herri Batasuna y los autores del lanzamiento de una bomba contra el bar La Consolation, de Bayona (País Vasco francés), por cuenta de los GAL. Brouard fue abatido el 20 de noviembre de 1984 y el atentado contra La Consolation fue perpetrado el 10 de julio anterior.
López Ocaña insinuó siempre que había disparado contra su cuñado, Alberto Granados Céspedes, en una acalorada discusión sobre unas dosis de heroína. En cambio, la esposa de la víctima, María Luisa López Ocaña, hermana del homicida, ha reconocido ya su sospecha de que el asesinato, perpetrado el 15 de agosto de 1985, puede tener relación con el caso Brouard. Granados Céspedes fue quien, presuntamente, encargó y recibió de Rodríguez Díaz la pistola y la ametralladora que dispararon contra el pediatra vasco.
Granados puede ser también, según algunos indicios, el confidente que poco después del crimen ofreció al comisario Antonio Rosinos, a cambio de dinero, información para la detención de los autores del atentado. Según la indagación judicial practicada hasta ahora, Granados tuvo las armas en su casa y conocía sus características.
Miguel Ángel López Ocaña y su hermano Rafael trabajaban en 1984 como confidentes de la policía, según declaró el primero. Habían sido captados tras ser detenidos en Calatayud, en octubre de 1983, con un alijo de medio kilo de heroína, en compañía de la esposa de Miguel Ángel y de Jean Louis Perales. Los cuatro quedaron en libertad en extrañas circunstancias y sin juicio.
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