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Más ancianos que adultos

En el año 2000 habrá más ancianos que adultos, ha declarado recientemente una gerontóloga. En Madrid viven 510.000 personas mayores de 65 años. La oferta pública ofrece 5.322 plazas en las 17 residencias deperidientes de la Comunidad de Madrid y 1.000 más dependientes de otros organismos; la privada, 6.800 plazas. Al elevado ritmo de envejecimiento de la población española, y si los organismos competentes no aumentan considerablemente su oferta, los ancianos del año 2000 que no logren una plaza pública tendrán que optar entre una residencia muy cara -más de 100.000 pesetas al mes- o un "centro de exterminio", en paltabras de un residente.En el Reino Unido hay algo más de 10 millones de jubilados, de los que la tercera parte viven solos, informa Ricado M. de Rituerto. Alrededor de 250.000 ocupan plazas en residencias. "las expectativas de salud y atención médica son ahora mejores y por ello, mientras uno es capaz de valerse por sí mismo, prefiere vivir en su propia casa", dice una representante de Age Concern, un grupo de presión dedicado a defender los intereses de los ancianos.

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Age Concern cree que los ancianos tienen derecho a vivir en casa "aun en el caso de que ello implique cierto grado de riesgo". El más atroz de ellos es, en las islas Británicas, la muerte por frío. Una reciente estadística indica que el 64% de ellos pasan frío durante la mayor parte del invierno. En 1986 se atribuyeron directamente a la hipotermia 708 muertes de ancianos, y las últimas estadísticas muestran que hay 30.000 fallecimientos más en los seis meses de la temporada invernal que en la veraniega.

Dejar la casa por la residencia es la mejor garantía de salvar ese riesgo. Es lo que hacen ahora unos 250.000 ancianos, que se encuentran con un abanico de posibilidades relativamente amplio, aunque complejo. A grandes rasgos, cabe decir que las residencias son públicas y privadas y que en todas ellas hay que pagar una tarifa que oscila, según las fuentes de Age Concern, entre las 100y las 300 libras semanales (desde algo más de 20.000 a 65.000 pesetas), lo que implica que buena parte de los asilados tienen que recurrir a sus ahorros para pagar las facturas.

La atención a los ancianos es uno de los aspectos fundamentales del sistema social sueco, informa desde Estocolmo Ricardo Moreno. Al cumplir 65 años toda persona ingresa automáticamente a la condición de jubilado y recibe por ley una pensión general básica que se complementa con otras formas de ingresos de acuerdo a los años trabajados, salarios percibidos, etcétera. Esto provee las condiciones para que el anciano queda vivir sin necesidad de depender económicamente de la familia, algo que no ocurría en décadas pasadas. Se estima que para el año 2000 el número de ancianos será cercano a los dos millones de personas.

La tendencia más generalizada de la política sueca en este campo es que continúen viviendo en sus casas, aunque sea solos. En cada municipio hay diferentes servicios; uno de los más comunes es proporcionarles una persona durante unas horas al día para que realice las tareas del hogar y la compra. Unos 80.000 asistentes domésticos de este tipo atienden actualmente a unos 300.000 hogares de ancianos suecos. También tienen posibilidad de vivir en residencias para relacionarse con otros ancianos. Generalmente son viviendas modernas que no se diferencian de un edificio de apartamentos común.

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