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Los 'verdes' de la RFA, ante el cisma

El partido de los Verdes -a principios de la década la gran esperanza de revitalización de la izquierda en la República Federal de Alemania- se encuentra al borde de su hundimiento en la insignificancia política. Los enfrentamientos entre las diversas tendencias han deteriorado su imagen en los últimos años y propiciado duros reveses políticos, que culminaron el pasado fin de semana en un abierto conflicto que pone en duda la supervivencia misma del partido.

Petra Kelly, como muchos otros dirigentes históricos del movimiento ecopacifista, ha expresado ya su temor de que los verdes acaben siendo un breve episodio en la historia política de la RFA.El congreso extraordinario celebrado durante el fin de semana en Karlsruhe derribó a la presidencia, ocupada por los fundamentalistas, y ha abierto una crisis cuyos resultados habrán de verse en los próximos meses. El conflicto entre las diversas alas ha alcanzado un grado de violencia verbal que hace improbable una reconciliación o incluso un acuerdo sobre postulados mínimos para un proyecto común

Virulencia insólita

Las enemistades personales entre los líderes de las diversas facciones salieron a la luz con una virulencia insólita un un escenario político de la RFA. Proliferaron los insultos, las acusaciones y las descalificaciones personales. "Infamia", "canallada", " mentiras", "repugnante" e "hipócrita" fueron palabras omnipresentes en los debates.

La izquierda fundamentalista, derrotada en Karlsruhe por una alianza entre los realistas de Otto Schily, y Joschka Fischer y una nueva tendencia centrista encabezada por Antje Vollmer, ha convocado ya un "encuentro de la izquierda" en enero para estudiar su situación y decidir si aún tiene sitio en este partido.

Los realistas, partidarios de la aceptación del Estado democrático de derecho e inclinados hacia un proyecto político en alianza con los socialdemócratas, han llamado a todo el partido a la unidad ante la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo en la próxima primavera. Gran parte de los miembros del partido, harto de las luchas entre realos y fundis, se ha agrupado en torno a Antje Voollmer en el grupo Resurgimiento 88.

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En Karlsruhe se aliaron con los realistas para acabar con una presidencia copada por radicales corno Jutta Ditfurth y Christian Schmmidt, que con sus posiciones maximalistas amenazaban hundir al partido en un papel marginal, testimonial y sectarista como el que jugaron los grupúsculos de la izquierda extraparlamentaria de la que provienen en su mayoría.

Por 214 votos contra 186 le fue retirada la confianza a la presidencia, dejando descabezado el partido hasta que, previsiblemente en febrero, se elija una nueva cúpula. Para entonces, posiblemente ya no estén en el partido muchos de los que se disputaron la mayoría este fin de semana. Ditfurth acusó a Schily, Fischer y Vollmer de querer crear un "cuarto vulgar partido" en el escenario político ademán y renunciar a su "política anticapitalista, ecologista radical, feminista y emancipadora".

La causa directa de la caída de la dirección federal del partido fueron las irregularidades financieras en la compra y gestión de la sede central del partido en Bonn. Tras años de erigirse en gran acusador de la corrupción de los otros partidos parlamentarios por el escándalo Rick y otros, los verdes se han visto desposeídos de su aureola de honradez y sencillez espartana.

Los fundamentalistas acusaron a los realistas de capitalizar de forma 'miserable" los errores habidos y rechazaron todas las acusaciones de malversación e irregularidades fiscales. Según Schmidt, uno de los dirigentes radicales depuestos, el escándalo es una "maniobra preparada desde hace largo tiempo para integrar al partido en el sistema vigente" y quitarle su carácter revolucionario y anticapitalista. En los próximos meses, la izquierda radical, contraria a compromisos con "el sistema capitalista" va a lanzar su contraataque.

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