La viuda de Granados relaciona el asesinato de su marido con el 'caso Brouard'
La viuda de Alberto Granados Céspedes, María Luisa López Ocaña, ha admitido que la muerte de su marido pudo tener relación con el asesinato del dirigente de Herri Batasuna (HB) Santiago Brouard. Granados fue asesinado en Madrid por un hermano de María Luisa, Miguel Ángel López Ocaña, el 15 de agosto de 1985. Un dato que redunda en la hipótesis de la viuda es el hecho de que el miembro de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) Daniel Fernández Aceña haya señalado a Granados como el confidente dispuesto a descubrir ante el comisario Antonio Rosino a los autores del atentado contra el líder independentista.
María Luisa López Ocaña fue citada a declarar el año pasado ante el Juzgado número 1 de Bilbao, encargado de la instrucción del sumario relativo al atentado mortal contra el político abertzale. El contenido de su declaración no trascendió entonces. La testigo aseguró ante el juez que había atribuido la muerte de su marido a manos de su hermano a un enfrentamiento entre los dos hombres para apoderarse de una pequeña cantidad de heroína. Pero la testigo afirmó que más adelante había cambiado de opinión: el asesinato de su marido pudo tener relación con la muerte de Santiago Brouard.María Luisa manifestó también su sospecha de que la persona de rasgos agitanados y grandes ojos descrita por testigos del atentado perpetrado en Bilbao el 20 de noviembre de 1984 puede ser su hermano Miguel Ángel. Otro de sus hermanos, Rafael, ha sido identificado en fotografía por la enfermera de Brouard como uno de los autores de los disparos.
La mujer reconoció tener constancia de que sus hermanos Miguel Ángel y Rafael se ganaban la vida traficando con heroína. Ambos se relacionaban con Manuel Alejo Montero (acusado de participar en el atraco al Banesto de la plaza de la Lealtad en Madrid) y Juan José Rodríguez Díaz, el Francés, único procesado hasta el momento en el sumario del caso Brouard.
La amistad con el Francés, por quien Granados Céspedes se interesó porque podía facilitarle armas, según la viuda de este último, explica que los dos matrimonios realizaran un viaje juntos por Europa. En Francia, Rodríguez Díaz compró un rifle del calibre 22, igual, según María Luisa López Ocaña, al Army Jaeger empleado para disparar contra Brouard. En el mismo viaje adquirieron en Bélgica una pistola, aunque la testigo fue incapaz de identificarla como la Lathy 40 usada por los asesinos.
Granados Céspedes fue la persona que facilitó las armas a los autores materiales del atentado contra Brouard, según Miguel Ángel López Ocaña, después de habérselas encargado a Rodríguez Díaz. Es también, según ha declarado ante jueces de Madrid y Bilbao el miembro de los GAL Daniel Fernández Aceña, el confidente que entró en contacto con el comisario Antonio Rosino, días después del asesinato, para ofrecer datos sobre los autores a cambio de cinco millones de pesetas.
Rosino ha reconocido en alguna declaración haber concedido crédito a la oferta de este confidente, cuya identidad se ha negado siempre a revelar, porque en una primera conversación telefónica le aportó detalles sobre las armas abandonadas tras la huida por los asesinos. Algunos de estos detalles no habían sido dados a conocer todavía a la opinión pública, según el comisario.
El confidente se asustó, según Rosino, al efectuar el fiscal Emilio Valerio Martínez unas declaraciones dejando ver la existencia de esta fuente informativa, y no volvió a entrar en contacto con el policía. Valerio Martínez interpretó que el confidente pertenecía a algún servicio de información del Estado y dirigió oficios a varios departamentos civiles y militares preguntando si habían dispuesto, con anterioridad al atentado, de datos sobre su preparación.
El comisario se contradice
El comisario Fernando Cos Gallón, jefe de la brigada de estupefacientes de Madrid, incurrió en contradicciones ante el juez de Bilbao sobre la condición de confidente policial de Miguel Ángel López Ocaña. Cos Gallón negó que López Ocaña hubiera trabajado para la policía como informador, pero admitió luego la posibilidad de que se le hubiesen entregado pequeñas cantidades de dinero.El comisario admitió tres o cuatro visitas de López Ocaña a las dependencias policiales en enero y febrero de 1984, después de que hubiera sido detenido en Calatayud (Zaragoza), en compañía de su esposa, su hermano Rafael y el francés Jean-Louis Perales, con un alijo de casi medio kilo de heroína. Sin embargo, aseguró que acudía por propia iniciativa y ofreció informaciones sobre delincuentes inexactas y sin valor, hasta que los policías le dijeron que dejara de molestarles.
Cos Gallón negó al juez que una información de Miguel Ángel López Ocaña hubiera servido para desarticular una banda de traficantes. Preguntado si se le había entregado dinero, admitió la posibilidad, aunque indicó que habría sido ocasionalmente, en pequeñas cantidades de 1.000 o 2.000 pesetas, y sin que pudiera interpretarse como recompensa.
El policía declaró también que la operación para capturar a los hermanos López Ocaña y Perales en Calatayud fue una de las muchas que realizó contra el tráfico de drogas la Brigada de Policía Judicial de Madrid en 1983.
La detención se produjo a finales de 1983. Miguel Ángel y su esposa quedaron libres y sin cargos a las pocas horas. Rafael López Ocaña abandonó la prisión semanas más tarde. Perales también consiguió la libertad a los pocos meses, sin juicio, después de que la policía informase a un juez de peligrosidad social de que ignoraba su paradero, mientras el detenido se hallaba preso en Carabanchel.
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