Los privilegios del señor Ruiz-Mateos
Desde que este potentado capitalista ha estado preso en España, jamás le he visto esposado. Paseaba por audiencias y juzgados llevando tras de sí a dos o tres uniformados que, más que escoltarlo, parecía que fueran guardaespaldas suyos. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir: que el señor Ruiz-Mateos cumplió con su deber de preso y se fugó.Quien suscribe estuvo preso tres largos años y debido a una enfermedad cardiaca le debían ingresar con frecuencia en el hospital. No querían quitarme los grilletes ni siquiera para hacerme un electrocardiograma. En otras ocasiones tuve que pedir el alta voluntariamente, ya que me esposaban a la cama. Naturalmente, no hay ser humano que aguante esposado 24 horas a una cama. Y todo porque los encargados de mi custodia estaban jugando a las cartas y así gozaban del juego sin otra preocupación... Mis salidas al hospital fueron un continuo drama, cuyas situaciones denuncié al juez de vigilancia penitenciaria y al gobernador civil. Conservo un amplio dossier con las copias de esas denuncias y de otras relacionadas con la reclusión por si hubiera dudas sobre la veracidad de mis palabras.
¿Para qué se hacen las leyes y los reglamentos en este país? ¿Para aplicarlos sólo a los débiles, económicamente hablando?-
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