Puyana, Zabaleta y Yepes inauguran sala de cámara
Orquesta de Cámara EspañolaDirector: Jesús López Cohos. Solistas: Rafael Puyana, Nicanor Zabaleta y Narciso Yepes. Obras de C. Halffter, Falla, Rodrigo, Ravel, Debussy y Mozart. Auditorio Nacional (sala 2), 31 de octubre.
Tras la inauguración, con cuatro conciertos, de la sala grande del Auditorio Nacional, quedó inaugurada anteayer la sala de cámara, capaz para 800 personas. Obediente a las mismas características de estilo que su hermana mayor, la sala 13, resulta idónea para una amplia gama de manifestaciones que van desde los solistas absolutos -quiero decir sin acompañamiento- hasta una orquesta de tipo clásico como es la de Cámara Española.
Jesús López Cobos invitó para la ocasión a tres grandes de la cultura hispana: el arpista Nicanor Zabaleta, el guitarrista Narciso Yepes y el clavecinista colombiano Rafáel Puyana. Tocó Puyana, en unión de cinco solistas (cuyo nombre debe ir siempre indicado en el programa, cosa que ahora no sucedió), el Concerlo para clave, flauta, oboe, clarinete, violín y violonchelo, de Manuel de Falla. Con la situación de los instrumentistas tal y como indica el compositor y la utilización por Puyana de un clave con los registros precisos para servir las intenciones de la. obra, el instrumento no era tan sonoro como se requiere y pide Falla, con lo que las relaciones de interdependencia entre clave e instrumentistas se debilitan. Por lo demás, la versión mereció largos aplausos.
No fueron menores los dedicados a Yepes, orquesta y director por la pulcra y animada interpretación de la Fantasía para un gentilhombre, basada en motivos de Gaspar Sanz, de Joaquín Rodrigo, quien recibió una de las más largas ovaciones de la tarde. Tocó también excelentemente Nicanor Zabaleta, con lo que revivió las Danzas sagrada y profana, de Debussy, y la Introducción y allegro, de Ravel, tan bien tocadas como expresadas.
'Concertino'
Para comenzar el programa se eligió una página de Cristóbal Halffter escrita en 1956 sobre la base de las Tres piezas para cuarteto del año anterior. El compositor va a iniciar el giro evolutivo que definiría su personalidad, pero en este Concertino aparece la seguridad de trazo y la invención de belleza propias del gran músico que siempre fue Halffter. La versión no fue modélica, ni por total exactitud ni por el exceso de dinámicas, que en la sensible acústica de la sala resultaron más presentes de lo deseable. El autor recogió muchos aplausos. La sesión se cerré con una bien entendida versión de la Sinfonía en la mayor número 29, de Mozart (1774). La sala presenta una acústica de gran presencia cuya planificación favorece, como en la sala grande, las frecuencias graves y define muy netamente cada uno de los timbres instrumentales. Hubo lleno y aplausos para todos, entre los que debemos incluir al arquitecto García de Paredes.
Babelia
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