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Las inversiones en circulación en Madrid favorecen casi exclusivamente a los vehículos privados

Las inversiones en circulación favorecen casi exclusivamente a los desplazamientos en vehículos privados, pese a que sólo una de cada cuatro personas que se desplazan habitualmente por Madrid utiliza exclusivamente su propio automóvil. De ese 25%, un 15% lo hace por un sentimiento clasista: consideran que el transporte público "es sólo para las clases sociales más bajas", según una encuesta realizada por el Consorcio Regional de Transportes. El gerente del Consorcio, Julián Revenga, afirmó que los poderes públicos deben adoptar posturas valientes en defensa del transporte colectivo.

La encuesta se realizó a finales de 1986 y los primeros meses de 1987, entre personas mayores de 14 años. Del total de los encuestados que son considerados viajeros habituales, un 25% utiliza sólo su propio vehículo.La encuesta ha detectado que un 32% de ese 25% no le importaría cambiarse al transporte colectivo si éste mejorara su calidad. Son críticos respecto a las deficiencias de los sistemas públicos, pero no son contrarios, y se constituyen así como los clientes potenciales que el Consorcio intenta captar mediante la mejora de las condiciones de comodidad, higiene, rapidez, etcétera, del transporte público. Al contrario, el restante 68% del total de personas que sólo dependen del vehículo privado para desplazarse son totalmente contrarios a los transportes públicos. También con matizaciones: la tercera parte considera, simplemente, que el vehículo privado es el sistema de locomoción ideal, sin importales el precio que deben pagar en atascos, problemas de aparcamientos, etcétera.

Dentro del sector contrario a los sistemas colectivos, destaca un 15% de automovilistas que 11 opina que ese tipo de transportes es para las clases sociales más bajas".

En cuanto al 75% de usuarios que dependen exclusivamente de los sistemas públicos para sus desplazamientos, también presentan matices bien diferenciados. Un 33% de este 75% sostiene que los que viajan en metro, autobús o trenes de cercanías lo hacen simplemente porque no tienen vehículo personal. El restante 67% de dicho 75% acepta la conveniencia de los transportes públicos, no creen que el coche sea el medio ideal, aunque defienden la necesidad de que se realicen importantes mejoras en la calidad, rapidez y comodidad del servicio.

La existencia del Consorcio ha permitido por primera vez realizar estudios integrales del transporte, que han arrojado a veces conclusiones que, si no son sorprendentes, sí han ratificado las diferencias de trato hacia los ciudadanos según su situación económica y social.

Norte-Sur

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"Nos enteramos, por ejemplo, que prácticamente todos los vehículos más viejos prestaban servicio en los barrios del sur de Madrid. Los mejores vehículos y los más nuevos se concentraban en el norte y oeste"."Para mí, está clara la prioridad absoluta que se debe dar a los sistemas de locomoción colectivos, y eso exige una postura decidida y valiente por parte de los poderes públicos. Seguir con la política de favorecer el vehículo privado es caminar hacia el gran atasco. El transporte debía ser considerado como un asunto técnico, no sujeto a los avatares políticos. Sería conveniente que hubiera un consenso de partidos políticos y fuerzas sociales en este sentido", terminó Revenga.

Una de las cuestiones que habría que debatir en profundidad, según el gerente del Consorcio, es la de definir los beneficiarios del transporte público: "Si hacemos que los transportes colectivos sean atractivos, un sector de autornovilistas dejaría sus coches, y eso permitiría circular con más comodidad a las personas que no pueden, por su trabajo, o no quieren dejar sus vehículos. También las empresas y los grandes almacenes se beneficiarían de una mayor comodidad de acceso para sus trabajadores o clientes".

Tal vez a los grandes almacenes, incluso a los irreductibles del vehículo privado, les resultaría rentable pagar una especie de tasa cuyo destino sería exclusivamente la mejora de los transportes públicos. Ésta no es una idea tan extraña. En varias ciudades europeas, sobre todo alemanas y suecas, los automovilistas pagan una tasa que se destina exclusivamente a mejorar la calidad de sus transportes colectivos".

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