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CAMBIOS EN EL ESTE

El nuevo líder lituano critica a su "número dos", enviado por Moscú

Pilar Bonet

ENVIADA ESPECIAL

Algirdas Brazauskas, el nuevo jefe del Partido Comunista de Lituania, cuestionó ayer en Vilna al número dos de la organización, un ruso enviado por Moscú, en su primera intervención pública en vísperas del congreso El movimiento de apoyo a la perestroika, que comienza hoy.

Vilna, la capital de Lituania, aparecía ayer llena de banderas y estandartes con los colores nacionales (verde, amarillo y rojo), mientras Brazauskas, un hombre robusto, de 56 años y pelo gris, expresaba su deseo de colaborar con la nueva organización de masas, semejante a las ya fundadas en las repúblicas bálticas soviéticas de Estonia y Letonia.

El día antes, el pasado jueves, Brazauskas, ingeniero y economista, había sido confirmado como primer secretario en un agitado pleno del Comité Central, celebrado tras una visita relámpago del futuro dirigente lituano al Kremlin. Menos de un día estuvo Brazauskas en Moscú, y en ese tiempo se entrevistó con Gorbachov, Razumovski, Chebrikov y YakovIev, según dijo. "No tenía mucho contacto con Moscú en mi puesto de antes, y es natural que el Politburó, siguiendo las tradiciones, tuviera interés por mí", explicó Brazauskas, que el miércoles día 19 había sido propuesto corno primer secretario por las 15 personas que forman el Buró, o máxima dirección colegiada del Partido Comunista Lituano.

Ringaudas Songaila, su antecesor, perdió la sintonía con la evolución política en las últimas semanas. El segundo secretario del Partido Comunista Lituano, Nikolai Mitkin, uno de los dos rusos del Buró, fue criticado en el pleno del Comité Central lituano, que adoptó una "disposición sobre el segundo secretario", y decidió debatir el tema en su próxima reunión.

Origen intelectual

Habitualmente, el segundo secretario de las repúblicas soviéticas es un ruso que actúa como gobernador de Moscú, fiscalizando la acción de los órganos locales. Mitkin, que lleva dos años en Lituania, fue acusado ayer por sus compañeros comunistas de no saber el lituano. Brazauskas valoró ayer la contribución de la Iglesia católica en el movimiento. La Iglesia recibirá el templo de San Casimiro de Vilna, hoy museo del ateísmo, y podrá oficiar misa en la catedral de San Estanislao, ahora galería de arte. Una misa al aire libre en la plaza Gediminas, el centro histórico de Vilna, el domingo por la mañana, marca el punto álgido de la participación eclesiástica en el congreso del movimiento. Entre los invitados al acto hay corresponsales especiales de revistas lituanas en la emigración vetadas hasta hace poco.Una delegación de la Iglesia católica lituana, dirigida por el obispo Julián Steponavicius, cardenal in pectore, llegaba ayer, procedente del Vaticano, de vuelta a Vilna. En la estación, el grupo de eclesiásticos fue recibido por varios centenares de fieles, que agitaban banderas lituanas (permitidas desde el 7 de octubre) y entonaban cánticos religiosos. Steponavicius lleva 27 años sin poder oficiar en Vilna. A diferencia de Estonia y Letonia, de tradición protestante y evangélica, Lituania alberga a una sociedad de profunda tradición católica.

Como los frentes populares de Estonia y Letonia, el movimiento tiene un origen intelectual, y sus cuarteles generales han sido los institutos, ministerios e instituciones oficiales, donde trabajan la mayoría de los 35 miembros fundadores. Cuartel general es también el conservatorio de Vilna, donde una algarabía de sonidos discordantes procedentes del ensayo de una orquesta es la música de fondo de nuestro encuentro con el profesor Vytautas Landsvergis, considerado el alma del movimiento. "Me he visto obligado a ser político y tengo mi trabajo completamente descuidado", exclama Landsvergis, que acaba de escabullirse del tribunal que juzga una tesis doctoral.

El movimiento defiende la autogestión económica y la creación de una unidad monetaria lituana, y no tiene vocación de club de intelectuales, sino que busca un acercamiento a las masas. Landsvergis cree que ello es ya una realidad. 100.000 personas son miembros del movimiento en esta república de 3,6 millones de habitantes.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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