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Reportaje:

El 'lunes negro' y el 'miércoles gris'

Un año después del 'crash', Wall Street deja su puesto a Las Vegas como el gran casino de América

Francisco G. Basterra

Un año después del gran crash de la Bolsa de Nueva York, Wall Street ha dejado su puesto natural a Las Vegas como el gran casino de América. Quince millones de ciudadanos de a pie han huido de la bolsa. Los yuppies ya no son los héroes de la sociedad norteamericana, y no todos los graduados de las escuelas de administración de negocios quieren trabajar en el corazón financiero del mundo occidental.

Los magos que con un blip de ordenador movían el mundo hace un año desde la punta de Manhattan, los "maestros del universo", como irónicamente los bautizó Tom Wolfe, todavía están lamiéndose las heridas producidas por la práctica fusión nuclear del mercado de valores hace ahora un año: 508 puntos en un solo día, el 19 de octubre de 1987. 17.000 empleados de esta nueva industria dorada han perdido su trabajo. Algunos gigantes de la codicia y la especulación institu cionalizadas que rompieron las reglas del gran casino han ido a parar a la cárcel. Pero a pesar de todo esto y de la desconfianza aún existente sobre el mercado de valores en Estados Unidos, los expertos, la Prensa y los agoreros se equivocaron en su análisis catastrofista en los días frenéticos que siguieron al pánico del lunes negro del 19 de octubre. El día 20, que ahora se sabe que fue mucho peor y que estuvo a punto de bloquearse el sistema, se, ironizaba que sólo las ventanas herméticas de los rascacielos de las catedrales financieras de Wall Street impedían una lluvia de desesperados contra el pavimento."Todo el proceso de hacer negocios, ganarse la vida, elegir las inversiones e incluso comprar una casa ha sido transformado por el crash. El colapso de 1987 acaba con una era de optimismo económico", profetizaba el 25 de octubre del pasado año un analista de valores de Nueva York. Pues no. Doce meses después la economía norteamericana, y por extensión la mundial, continúan creciendo y los augurios de una recesión no se han cumplido. Algunos incluso empiezan a pensar que pudo tener razón el audaz Ronald Reagan cuando con el desplome de Wall Street aún caliente emitió su juicio de que se trataba sólo de una "corrección técnica".

Ayer, un miércoles gris, los principales bares y discotecas de la zona de Wall Street celebraron con fiestas especiales y cócteles conmemorativos el año después. Merrill Lynch ha lanzado una campaña especial en el aniversario en la que dice: "El momento de comprar es ahora. ¿Tan pronto? Ahora inismo". Está promoviendo sobre todo la renta fija porque estima posible una recesión moderada en el plazo de un año.

Cura de realismo

La industria que vive de la bolsa, las inversiones y las fusiones de empresas se ha replanteado muchas cosas, ha sufrido una cura de realismo y de humildad. Pero ha sobrevivido, con algunos cadáveres en la cuneta, aunque ya no es el sector de moda en Estados Unidos. Inmediatamente después del crash tuvo su película: Wall Streel, pero Hollywood no ha vuelto a acordarse del tema.El pánico de la tercera semana de octubre de 1987 es sólo una memoria histórica. Los demócratas pensaron que podíá llevarlos a la Casa Blanca al quebrar la prosperidad económica del reaganismo. Pero hoy George Bush, campeón del "aquí no pasa nada", está destrozando electoralmente a Michael Dukakis, y salvo catástrofe cósmica parece ya el seguro nuevo presidente. Los norteamericanos estuvieron encogidos hasta las navidades de 1987 -encendió el consumo en las flestas-, pero cuando vieron que el crash no tenía un efecto en cascada volvieron a invertir y la economía no se detuvo.

Las autopsias del lunes negro coinciden en que el desplome fue una "aberración", fundamentalmente técnica, salvada gracias a la intervención gubernamental -a diferencia de 1929- con la Reserva Federal inyectando liquidez inmediata al sistema bancario y reduciendo los tipos de interés. Y también hay consenso en que los efectos del crash demuestran que la importancia del mercado de valores en la vida económica del país es menor de la que se pensaba.

Sólo un 19% de ciudadanos posee acciones, y el 50% de las mismas está en manos de un 5% de la población. La economía general está saludable, aunque Wall Street atraviesa una crisis de confianza evidente. La codicia, afirma un observador, "se ha tomado unas vacaciones".

Huida generalizada

Los inversores individuales han huido del mercado de acciones. Hoy sólo el 25% de hogares tiene valores, frente a un 36% antes del crash. Y solamente un 4% de norteamericanos piensa entrar en bolsa en el próximo mes, un dramático declive desde el 30% que tenían esta idea antes del lunes negro. Ahora colocan su dinero en inversiones más seguras y menos especulativas."Tenernos que restaurar su confianza en el sistema y el sentimiento de que pueden hacer dinero en la bolsa. No creen en ninguna de las dos cosas", afirma el presidente de American Express, Arthur Levitt. Pero no sólo los inversores individuales se han retirado. Los institucionales, las grandes carteras, los fondos de pensiones -cuyo exceso especulativo provocó en gran medida el crash- buscan otras inversiones menos líquidas.

El premio Nobel de Economía Wassily Leontief compara al lunes negro con lo ocurrido con el transbordador espacial Discovery. "No fuimos muy cuidadosos antes del desastre, pero ahora lo sornos". El presidente del New York Stock Exchange, John Phelan, explica que "los mercados siempre tienen crisis, y no podemos descartar otra quiebra de la bolsa algún día".

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