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Tribuna:LA CONQUISTA DE LA CASA BLANCA / 1
Tribuna
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La campaña electoral Bush-Dukakis

El autor expone la diferencia para el elector estadounidense entre una votación lo cal y la presidencial. En la segunda, cuenta fundamentalmente la capacidad de liderazgo de la persona que debe dirigir la nación. También hoy, la tradicional barrera ideológica entre republicanos y demócratas se difumina.

Antes de hablar de la campaña presidencial en sí, me gustaría manifestar mi convicción personal respecto al modo en que la gran mayoría de electores decide a quién debe dar sus votos. He vivido en el Noreste, en el Sur, en el Medio Oeste y en California; en ciudades de tamaño medio y en poblaciones pequeñas; en áreas predominantemente republicanas y en áreas predominantemente democráticas. Creo que existen dos factores que afectan sobremanera a los votantes en las elecciones presidenciales: uno de ellos es la percepción que tienen de su propia posición económica; el otro, su percepción de las cualidades de los candidatos.En las elecciones locales o estatales, la aprobación o derogación de leyes específicas pueden contar de forma importante en la decisión, y en dichas elecciones la gente puede muy bien votar a un hombre cuyas ideas le gusten, pero que no aparezca necesariamente como un individuo decísivo. Sin embargo, del presidente se espera que dirija, que exprese activamente los ideales y los fines de una nación como conjunto, que proponga leyes al Congreso y que para servir en los altos niveles de su administración atraiga a personas capacitadas. La gran fuerza electoral de los presidentes Eisenhower y Reagan muestra que los estadounidenses dan su voto a cualidades que supongan dotes de liderazgo aun cuando la persona en cuestión ignore los hechos, se duerma en las reuniones del Gabinete, confunda la geografía mundial exterior con las fronteras de Estados Unidos y consulte con astrólogos.

Sín líderazgo

En la actual campaña electoral ninguno de los candidatos ha nostrado las cualidades de lideazgo que de hecho yo creo que Mbos poseen, aunque no del nodo carismático de Franklin, Roosevelt, Dwight Eísenhower y Donald Reagan. El candidato republicano, George Bush, se ha embarcado en una demagogia patriótica porque tiene miedo haber conseguido aún una asboluta credibilidad entre el ala de extrema derecha de su partido este grupo constituye una minorí pero sus componentes son eonómicamente poderosos y no dudan en manifestar abiertamente sus exigencias. Podrían perjuicar seriamente la campaña de Bush si deciden que es demasiao moderado para ellos.

El candidato demócrata, Michael Dukakis, ha elegido un vicepresidente conservador, no ha dicho nada específico sobre los derechos civiles o la pobreza y ha guardado las distancias con Jesse Jackson por temor a ser etiquetado como un liberal utópico o corno la marioneta de los intereses radicales de la minoría étnica. A ambos candidatos les ha asustado decir algo específico sobre el déficit; sobre el deplorable estado de las carreteras, los ferrocarriles y los aeropuertos, y sobre los problemas de la contaminación industrial del medio ambiente, por miedo a que los electores sospechen que piensan aumentar los impuestos federales.

A pesar de la ausencia de una base sustantiva vale la pena que el lector tenga una idea de lo que representan ambos partidos, de lo que representan los dos candidatos a la presidencia y vicepresidencia, de las diversas incógnitas que hacen tan difíciles las predicciones y de la probable naturaleza de la política interior de Estados Unidos según que el ejercicio de la presidencia recaiga en Bush o en Dukakis.

El Partido Republicano es menor en cuanto al número de sus afiliados, pero está mejor organizado y cuenta con muchos más recursos económicos que el Partido Demócrata. Los presidentes del partido en los distintos Estados y condados tienen fuentes económicas seguras, pueden pagar salarios y, por consiguiente, pueden contar con la experiencia de gente que trabaja en la organización durante años. La gran mayoría de los banqueros, abogados, médicos y altos ejecutivos bien situados votan, y sufragan, al Partido Republicano. Los demócratas cuentan con un mayor número de votantes inscritos que se autoidentifican como demócratas, pero su aportación económica es muy irregular, y la infraestructura del partido depende en gran parte de voluntarios para cada campaña en particular.

Generalmente hablando, el Partido Republicano es el partido de la clase media próspera, de los granjeros (excepto en tiempos de crisis económica), de los propietarios y de los retirados que odian la inflación y que piensan que los pobres son unos vagos. Es el partido de los wasps (protestantes blancos anglosajones), que han aprendido a tolerar a los inmigrantes y a las gentes de color, pero que en lo más profundo de su corazón piensan que Estados Unidos es el país de Dios y que realmente pertenecen a sus más antiguos estratos de población blanca, aquellos que llegaron de las islas Británicas y del norte de Europa entre el siglo XVII y finales del XIX.

El Demócrata es el partido de los pobres: mineros y trabajadores fabriles, especialmente de industrias amenazadas por su antigúedad; agricultores marginales, negros, hispanos, funcionarios públicos con salarios bajos, profesores y bibliotecarios mal pagados, etcétera. Es el partido mayoritario entre los intelectuales pobres, en el sentido de poco prestigio y de oportunidades económicas limitadas en comparación con los abogados, los médicos, los dentistas, los hombres de negocios y los científicos industriales. Es el partido de las pequeñas pero a menudo influyentes minorías que son sensibles a las libertades y a los derechos civiles, a las injusticias sociales, a la falta de oportunidades en materia educativa y en atención médica, a los excesivos contrastes entre los ricos y los pobres en sus comunidades locales.

División inestable

Pero las líneas de división entre ambos partidos se han hecho muy inestables en los últimos 20 años. El trabajador estadounidense solía votar masivamente a los demócratas y acostumbraba a identificarse fuertemente con los menos privilegiados. No obstante, como consecuencia de la legislación de derechos civiles y de la gran inmigración de puertorriqueños y mexicanos, los trabajadores blancos organizados han tendido a resistirse a la integración en sus filas de estas minorías de trabajadores. Asimismo, desde la guerra de Corea, la prosperidad industrial ha dependido en muy gran medida del gasto del Departamento de Defensa, razón por la cual muchos trabajadores votaron a Nixon y a Reagan.

Ha habido muchos otros ejemplos de la erosión del electorado demócrata tradicional tanto en la era Nixon como en la era Reagan. Los judíos, incluyendo su clase media-alta, siempre han sido grandes defensores de las libertades y los derechos civiles. Pero los indicios de un antisemitismo negro, en el interior, y el temor por la seguridad de Israel, en el exterior, han hecho que muchos judíos hayan votado a los republicanos en los últimos años. Casi todos los profesores solían considerarse a sí mismos incluidos en el grupo de los pobres. Pero ahora que muchos científicos, incluidos científicos sociales, obtienen unos sustanciales ingresos extras como asesores tanto de la industria privada como del Gobierno, un considerable número de ellos ha empezado a votar a los republicanos.

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