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Bush convierte la campaña en un referéndum sobre el liberalismo de Dukakis

Francisco G. Basterra

Michael Dukakis, el "hombre de hielo" como le bautizó su rival, ha reaccionado por fin con cólera contra George Bush y su intento de convertir la elección del 8 de noviembre en lo que Ronald Reagan ha calificado de "referéndum sobre el liberalismo". Un liberalismo que en este país, a diferencia de su significado en Europa, es sinónimo de izquierdismo. El candidato demócrata, con las encuestas en contra y con la impresión generalizada de que está perdiendo la carrera presidencial, ha hecho por fin caso a sus asesores y ha dicho basta.

Dukakis ha esperado al inicio de los últimos 30 días de campaña para reaccionar a una ofensiva de los republicanos que ha convertido al gobernador de Massachusetts en un antipatriota, débil con el crimen y contrario a los valores básicos de esta sociedad.Los hombres de Bush, tensando la cuerda del tema de la ley y el orden que las encuestas señalan que es el más efectivo contra Dukakis, han hecho decir al vicepresidente que su rival simpatiza con los criminales en vez de con sus víctimas. "Muestra una sorprendente falta de sensibilidad, una carencia de compasión humana hacia las víctimas del crimen y sus familiares". Mientras Bush afirmaba esto ante una audiencia de sheriffs en un pueblo de la América profunda de Ohio, su campaña sacaba su gran arma, la bicha del fantasma de Willie Horton, un asesino convicto que, aprovechando un programa de permisos de fin de semana existente en Massachusetts, violó a una mujer en Maryland y asaltó brutalmente a su novio. Un año después fue capturado. Este hecho desgraciado, junto con la negativa de Dukakis a que en las escuelas de su Estado se pronuncie el juramento a la bandera, pueden pasar a la historia como los elementos claves que le derrotaron.

Las víctimas de Horton, Cliff y Angie Barnes, comenzaron el pasado fin de semana una gira por California -pagada por la campaña de Bush- para explicar su caso insistiendo en "que no hemos recibido ninguna disculpa de Dukakis". Y el vicepresidente califica a su rival del "Rey del permiso" y autoriza anuncios en televisión con el rostro de Horton y de sus víctimas. De nada sirve que los demócratas expliquen que este tipo de permisos de fin de semana se practica, incluso con condenados por asesinato, en más de 40 Estados y que su héroe Ronald Reagan dió estos pases cuando era gobernador de California.

Dukakis confía aún en remontar la campaña gracias a la impresión negativa -incluso entre los republicanos- causada por Dan Quayle, el candidato a vicepresidente con Bush y a una buena actuación -el jueves o el viernes- en su segundo y último debate televisado, en Los Angeles con Bush. En el primero, logró una ligera victoria a los puntos. Sus asesores insisten en que debe romper su coraza de frialdad y expresar sus emociones. Hasta ahora aparece como un tecnócrata deshumanizado muy poco simpático.Dukakis recuerda en sus mítines que su hermano Stelian fue víctima de un crímen -un coche le atropelló y se dió a la fuga-. "No necesito que me dé lecciones Bush sobre la lucha contra el crimen o la compasión por sus víctimas", afirma.

Impacto en la población

Esta campaña de medias verdades, abierta desinformación y una cadena de anuncios televisados muy negativos, ha calado en una ciudadanía que, en un 73%, está satisfecha de la situación en la que se encuentra EE UU. La respuesta de los demócratas ha sido, hasta ahora, una campaña inepta y apagada basada en la idea de que los norteamericanos, al contrastar, se darían cuenta de la mayor competencia de Dukakis frente a lo que entienden intrínseca vaciedad de Bush. Pero no ha sido así sino más bien al contrario y es el vicepresidente quien aparece como más presidencial, con más experiencia como líder y más competente. Y no precisamente por lo que dice sino porque es el heredero de un presidente superpopular y es muy difícil arrebatar a los republicanos la bandera de la "paz y prosperidad".La elección, en contra de lo que pensó Dukakis, no es sobre competencia sino sobre valores e ideología. Y los valores eternos de esta América muy conservadora que deja Reagan, son el patriotismo del juramento a la bandera, el rezo en las escuelas, el elogio a la policía, la pena de muerte, el que cada ciudadano tenga una armería en su hogar y el anticomunismo visceral.

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