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Reportaje:

El mundo según Bushkakis

Se multiplican las recomendaciones para que Estados Unidos adopte una nueva geoestrategia

Andrés Ortega

Estados Unidos, a pesar de un declive relativo, es aún el Estado más poderoso del mundo, y seguirá siéndolo. Su foco de interés se ha desplazado de Europa al Pacífico, donde debe crecer una nueva alianza con Japón con una visión mundial. En el mundo mucho más complejo del presidente Bushkakis, la amenaza primordial contra Estados Unidos ya no es la soviética. Por ello, ante las elecciones presidenciales se han multiplicado las recomendaciones, en gran parte, de los grandes santones de la geoestrategia norteamericana propugnando un cambio.El debate sobre la nueva geopolítica de EE UU ha saltado ya de las revistas especializadas, como Foreign Affairs, y los foros de expertos a las publicaciones populares, como el memorándum del ex secretario de Estado Henry Kissinger en el semanario Newsweek. Kissinger incluso ha elaborado una propuesta general, consensuada, junto con el también ex secretario de Estado, demócrata", Cyrus Vance.

Quizá la idea más citada sea la de Walter Lippmann en 1943: "La política exterior consiste en equilibrar, con un cómodo superávit de poder, los compromisos de la nación y el poderío nacional". Y todos coinciden en que la política exterior de EE UU está actualmente desequilibrada.

Este debate se produce en un clima de cierto declive relativo de EE UU, que refleja el hecho de que un libro como The rise and fall of great powers (Auge y caída de las grandes potencias), de Paul Kennedy, se haya convertido en un éxito de ventas. Pero "los rumores del inminente declive imperial de Norteamérica son algo prematuros", según el ex consejero nacional de Seguridad de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, que ahora ha fichado por los republicanos.

Para el profesor de Harvard Joseph Nye, que asesora a Michael Dukakis en estas materias, el que EE UU recortara sus gastos de defensa y se retirase de sus compromisos globales no resolvería sus problemas económicos, pero sí reduciría la influencia internacional de Washington.

Para Nye, EE UU es aún "el Estado más poderoso en el mundo, y es probable que siga siéndolo en el futuro". No obstante, EE UU (según Brzezinski) no puede ser un policía global, sino ejercer una función más similar a la de controlador aéreo con el que colaboran las compañías.

Casi todos estos Maquiavelos estiman, como señala James Chace, que "la amenaza primordial al poderío y propósito no es ya el expansionismo soviético". Chace cree que la mayor amenaza es creer que cada intrusión soviética en el Tercer Mundo es un punto para la URSS y, en consecuencia, una pérdida para Estados Unidos.

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"La Unión Soviética plantea una amenaza a la seguridad y a los intereses geopolíticos norteamericanos, pero no representa un reto a la primacía global norteamericana como tal", señala Brzezinski. En general, todos piensan que la cooperación internacional será más importante que la competencia entre EE UU y la Unión Soviética. El reto para EE UU, señala Kissinger, "consiste menos en adivinar los propósitos de Gorbachov que en definir los propios".

Dados los nuevos intereses de Estados Unidos y el desarrollo económico de Europa occidental, todos están de acuerdo en que hay que redefinir los objetivos de la OTAN, que en los primeros meses del mandato de Bushkakis celebrará su 40º aniversario, y en que los europeos hagan un mayor esfuerzo defensivo. Algunos, como James Chase, incluso proponen la retirada de la mitad de las unidades norteamericanas de Europa, con lo que EE UU se ahorraría 67.000 millones de dólares.

No obstante, si a esto se añaden los efectos de la perestroika de Gorbachov en la esfera soviética de influencia, Kissinger estima que "la estructura política de Europa -Este y Oeste- emergerá así como el tema central de los años noventa".

Países como Japón, China, India, México, Brasil y Argentina van a cobrar mayor importancia en un mundo crecientemente multipolar. Para Chace, el énfasis de la política exterior norteamericana pasaría así de Europa al Extremo Oriente, con una importancia económica mayor que nunca. En 1960 el comercio de EE UU con Asia y el Pacífico representaba un 48% del comercio norteamericano con Europa. En 1983 ya llegaba a un 122%. Chace habla de que la cuenca del Pacífico concentrará un 50% del producto bruto mundial para finales de siglo.

'Amerippon'

Japón surge como el gran socio de Estados Unidos, que necesita el capital japonés para financiar su renovación industrial. Y para, a través de la ayuda al desarrollo estabilizar algunos países. De ahí la propuesta de que la relación entre EE UU y Japón pase de ser una alianza transpacífica a un acuerdo global. Brzezinski habla de Amerippon.

Si Centroamérica sigue siendo uno de los puntos calientes en estos planteamientos, una evidente preocupación rezuma en todos estos escritos respecto al cuarto socio comercial en importancia de Estados Unidos: México. El problema para Washington es que frente a este país Estados Unidos no puede usar de los tradicionales instrumentos de la diplomacia y la fuerza. Por ello se aboga por la búsqueda de nuevas ideas, y sobre todo de un sistema para reforzar las economías de México y el Caribe. La nueva estrategia debe también tener este objetivo.

Y es que la nueva geopolítica es también cada vez más económica. Samuel Huntington insiste en la necesidad de integrar los problemas económicos -que las anteriores Administraciones en general han evitado- en la nueva geopolítica de EE UU.

En este nuevo mundo más multipolar surgirán numerosos fuentes no militares de tensiones. Las disputas regionales, señala Kissinger, se podrían convertir más en materia de competencia diplomática y económica que de conflicto militar. No obstante, para Brzezinski "la era del garrote ha terminado, pero la realidad de la violencia internacional está aún con nosotros".

Todos en general coinciden en que la doctrina estratégica debe dejar de basarse en la amenaza de una guerra nuclear entre ambas superpotencias o de un ataque soviético, masivo y convencional, en Centroeuropa. No todos coindicen, sin embargo, en qué tipos de armas son necesarias ni en qué cantidad. Algunos, como Brzezinski, quieren hacer de los misiles balísticos estratégicos, con carga nuclear o convencional, no sólo un instrumento de disuasión sino también de violencia discriminada. Estados Un¡dos debe también sacar provecho de su capacidad de innovación tecnológica para mejorar su flexibilidad militar.

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