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Andrinúa dio el triunfo al Atlétic ante el Español

Santiago Segurola

El prestigio del futbol quedó muy herido en San Mamés, aunque la inusitada capacidad de redención de este juego no convertirá el atropello en algo irremediable. El gol de Andrinúa tuvo un valor anecdótico. Poco importaba en aquel ataque a los criterios básicos del balompié.Clemente desveló su interpretación del achique de espacios en la primera parte. Este asunto animó tiempo atrás agrios debates y sesudas discusiones de carácter filosófico. Clemente decía que el achique era una de las numerosas imposturas de Cesar Menotti. "Además, es una estupidez táctica", concluía. Se pensaba que Clemente abjuraba sin remisión del achique famoso. Pero esta materia tiene ahora una lectura imprevista. Clemente también ha elaborado un particular modelo de achique. Lo ofreció en San Mamés y, ciertamente, no tiene mucho que ver con las elucubraciones del argentino. La base del concepto es similar: cerrar espacios, ahogar al adversario, convertir el escenario en una menestra de trampas y sorpresas. El proyecto Clemente de achique consiste en clausurar medio campo. Además, lo anuncia sin rodeos. Maki, con el 9. Eso es toda una declaración de principios. Iñaki lucía el 9 y Francis Cabral el 7, un número sagrado. Pero se comportaba corno Iñaki, es decir como un defensa que marcaba a un defensa: Lacabeg o Alkorta. Daba igual. Incluso Gabino, conspicuo alérgico a las tareas de zapa, se esforzaba en seguir la teoría de su patrón. Y todo este celo perseguidor se desarrollaba en 50 metros.

Con esas teorías, San Mamés tiene las trazas de convertirse en la Gran Vía. No hay quien circule en las horas punta. El tráfico del balón es imposible porque no hay espacios ni sensatez. Desde hace unos días, el criterio en las filas bilbaínas lo aporta Garitano, un zurdo tranquilo y despejado. Pero Garitano estaba lesionado y no hubo quien se hiciera cargo de la manija. Entre el achique de Clemente y la cerrazón mental "de todos, el futbol se pudrió.

La única manera de deshacer el lamentable entuerto venía de los designios de la estadística. También era verdad que el Español desestimó su tacaña estrategia y se estiró en la segunda parte. Pero la suerte estaba echada. Afortunadamente, el fútbol o el sucedáneo que se practicó en Bilbao siempre rifa un par de oportunidades listas para que alguien las cace. Nkono se estiró para desbaratar la primera -un zapatazo de Argote que se iba a la escuadra-, pero no salvó la segunda, en una concesión a los moldes clásicos del Athlétic. Una discutible falta a Lacabeg dio paso al ritual. Argote dibujó una banana invertida y el regalo llegó a la cabeza de Andrinúa.

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