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Los enfermeros se suman a la ola de huelgas en el sector público francés

El Gobierno socialista francés dirigido por Michel Rocard se enfrenta esta semana, entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones cantonales, a una progresiva degradación del clima social que puede convertirse en un auténtico otoño caliente. A la huelga de la radio y de la televisión públicas, que ha entrado en su segunda semana, se sumó ayer el paro del personal de enfermería. Otros trabajadores del sector público, los funcionarios de prisiones, llevan también una semana en huelga.El movimiento huelguístico coincide con la aparición pública de discrepancias en el seno del Partido Socialista (PS) ante la política de apertura al centro protagonizada por el primer ministro. A raíz de los resultados de la primera vuelta de las elecciones cantonales, en la que se batió un récord de abstención, el número dos del PS, Henri Emmanuelli, achacó en parte la baja participación a la política de consenso. Otros dirigentes socialistas calificaron la opción de Rocard de escasamente motivadora para el electorado y, en concreto, para el de izquierda, "que pierde un poco sus referencias".

Política de apertura

Según esta interpretación, los resultados de las cantonales no se explican sólo por el cansancio de los electores tras la maratón de las presidenciales y de las legislativas, sino que obedecen a motivaciones más profundas, como la desorientación frente al excesivo acercamiento entre las diferentes opciones partidarias. La política de apertura, sin embargo, continúa adelante y ayer mismo Rocard recibió durante 45 minutos en el Hotel Matignon (residencia del primer ministro) al dirigente centrista Raymond Barre.El Gobierno de Rocard se enfrenta también a los sectores que esperaban de la izquierda una mejora de sus condiciones de vida. La consecuencia son las numerosas críticas dirigidas a los aspectos sociales del presupuesto del Estado para 1989 y la proliferación de las huelgas.

El paro más significativo, tanto por el número de empleados como por la repercusión en la opinión pública, es el de los medios de comunicación propiedad del Estado. Lo que empezó comouna protesta por el salarlo de Christine Ockrent, presentadora del telediario de la tarde de Antenne 2 (2.400.000 pesetas mensuales), se convirtió ayer en una huelga en todas las cadenas de radio y televisión públicas, excepto Radio France Ultramar, que se paralizará hoy.

La participación en la huelga de los empleados de Télédiffusion de France (TDF), la empresa pública que diftinde la señal de todas las cadenas, perturbó ayer la recepción de todas las emisoras, incluidas las privadas, que no seguían los paros.

Las reivindicaciones del personal hospitalario, que pide un aumento salarial y mejora de las condiciones de trabajo, han contado con el apoyo del ex ministro de Sanidad del Gobierno de Rocard, Leon Schwarzenberg, y el propio presidente Mitterrand, se pronunció el pasado fin de semana, en favor de la mejora de las condiciones de trabajo de este colectivo. También los funcionarios de prisiones -unos 50 centros están en huelga- han recibido algunas solidaridades curiosas. Los reclusos de la prisión de Loos-les-Lille se negaron a comer en apoyó de las reivindicaciones de sus guardianes.

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