Samaranch amenaza con expulsar a Taiwan por utilizar el nombre de la República de China

JUAN-JOSÉ FERNÁNDEZ ENVIADO ESPECIAL, Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), ha amenazado con expulsar a Taiwan de los Juegos de Seúl si en algún momento sus atletas o dirigentes vuelven a utilizar el nombre de la República de China, como hicieron en el aeropuerto de Kimpo a su llegada, lo que estuvo a punto de provocar un incidente diplomático. El problema de las dos Chinas fue uno de los más graves del olimpismo en los últimos tiempos, y Taiwan acabó incluso expulsada de los Juegos de Montreal por este motivo.

La llegada a un país políticamente afín como Corea del Sur envalentonó a anfitriones y visitantes el pasado domingo para decidir el cambio de nombre. Los miembros del Comité Olímpico de Taiwan aparecieron tan orgullosos en la gran sala del aeropuerto de Seúl bajo una pancarta en la que se leía: República de China. En ese momento se volvía a abrir sutilmente una herida que ha provocado múltiples quebraderos de cabeza al COI.Llovía sobre mojado, además, porque en los Juegos de invierno de Calgary, en el pasado mes de febrero, un participante de Taiwan lució una cinta para el sudor en la cabeza con el lema de República de China. Samaranch ha comunicado al Comité Olímpico Nacional de Taiwan que una nueva violación sería intolerable y supondría la descalificación inmediata de todos sus atletas.

Tema zanjado

El presidente del COI, en postura de fuerza por la participación de mayoría de países de Este y despreciando ya la ausencia de Corea del Norte o Cuba, se ha mostrado muy enfadado por lo que ha podido provocar el malestar de la República Popular de China. No le costaría trabajo alguno, porque es un tema zanjado para el COI hace años, decretar la expulsión. El comité de Taiwan ha garantizado que no se volverá a producir un incidente así.

El olimpismo ha luchado en los últimos tiempos con los boicoteos: el actual, o los anteriores de bloques, oriental en Los Ángeles, 1984, y occidental en Moscú, 1980. Previamente, en Montreal 1976, se produjo el primero cuando todos los países africanos, menos Costa de Marfil y Senegal, se retiraron de la ciudad canadiense. Protestaban porque el COI no descalificó a Nueva Zelanda, cuya selección de rugby, los All Blacks, efectuaba en esos momentos una gira por Suráfrica.

El apartheid, que ha seguido amenazando siempre al movimiento olímpico, se cobró entonces su único precio. Y fue suficientemente importante como para que pasara casi inadvertido el otro gran problema: la expulsión de Taiwan por no aceptar el cambio de nombre y querer participar como República de China.

El COI no podía permitir por más tiempo el absurdo deportivo y político de que el gigante asiático continuara fuera de la familia olímpica, y ello, por culpa de la presencia mínima (20 millones de habitantes contra más de 1.000) de la isla disidente, en tiempos conocida como China nacionalista. La República de China había dejado precisamente el movimiento olímpico en consecuencia con su política, que toma a Taiwan como una provincia más y se considera la única y verdadera China. Según ello no podía admitir ni compartir la presencia de "su provincia" en el COI con su propio nombre.

Pero la presión era demasiado fuerte y Taiwan, tras la expulsión de Montreal, no tuvo ya más remedio que reconvertirse para poder seguir en el olimpismo. El COI decidió incluso que cambiara su bandera.

El caso chino se cerró prácticamente con el reingreso en el COI de la República Popular de China, en 1979. No estuvo en Moscú, un año después, por razones oficialmente "deportivas", al no considerarse aún preparada, pero su ausencia se pudo interpretar también como un boicoteo particular a la Unión Soviética, con quien no mantenía buenas relaciones en aquel momento. Hasta la Universiada de 1983, en Edmonton (Canadá), no se produjo su gran regreso al deporte internacional, confirmado con su presencia en Los Angeles 84, sin sumarse al boicoteo de los países del Este, y ahora con su inscripción para Seúl. La República de China ya sólo puede enfadarse por su problema regional. Pero el COI asegura que no cometerá el error de provocarlo.