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Un jefe del KGB soviético arremete contra el "culto al secreto"

Pilar Bonet

Un alto dirigente del Comité de Seguridad del Estado (KGB) ha denunciado la resistencia del poder soviético a reglamentar legalmente el "secreto oficial" cuya arbitrariedad es fuente de subsistencia y poder para burócratas e incompetentes. En un insólito artículo publicado en la revista Kommunist, órgano teórico del PCUS, Vladimir Rubanov, jefe de sección en el Instituto Científico de Investigación del KGB, afirma que en la actualidad "hay incertidumbre en la concepción concreta de la seguridad del país".

Un debate sobre las concepción misma del KGB parece perfilarse tras esta frase de Rubanov, según el cual es "extremadamente dificil" evaluar el "grado de riesgo para la seguridad nacional" tanto a resultas de una difusión de información no obstaculizada como de unas normas restrictivas.El artículo de Rubanov ha sorprendido a los observadores políticos, ya que aparece pocos días después de que el periódico Pravda publicara una entrevista con Victor Chebrikov, presidente del KGB, partidario de no bajar la guardia frente a los servicios de información occidentales. Según Chebrikov, el espionaje exterior despliega una gran actividad contra el sistema soviético (desde el intento de formación de grupos de oposición a la administración de narcóticos) y trata de utilizar "el agitado desarrollo de las relaciones económico-comerciales, científicas y culturales" entre la URSS y los Estados capitalistas.

Chebrikov citó datos estadísticos sobre las supuestas actividades de los servicios secretos occidentales durante el período que Gorbachov lleva en el poder. Así, señalaba que, en los últimos dos años y medio, los órganos de la seguridad del Estado habían descubierto y entregado a los tribunales "más de 20 peligrosos agentes" de países capitalistas, entre los cuales se encontraban incluso "funcionarios del KGB".

Rubanov propone la transición desde el "culto al secreto" que paraliza el desarrollo soviético a una "cultura de la información" que permita a científicos y economistas operar sobre unas bases reales sin tener que echar mano de la información sobre la URSS que se publica en el extranjero.

El académico Roald Sagdeiev, jefe del Centro de Investigación Espacial de la URSS, considera las restricciones informativas como "una de las razones del retraso en la ciencia soviética", y el académico Yu Gleba opina que la etiqueta de "clasificado" es la mejor manera de esconder la baja calidad de la investigación, según ejemplos citados por Rubanov.

Durante largo tiempo, afirma éste, los diplomáticos, expertos y periodistas soviéticos especializados en temas internacionales no reconocían los datos publicados en el extranjero sobre la potencia militar de la OTAN y el Pacto de Varsovia. Sin embargo, "de hecho, se veían obligados a recurrir a ellos a consecuencia de la insuficiencia de datos y cálculos oficiales soviéticos".

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"Presunción de no secreto"

Rubanov critica las sucesivas respuestas a las publicaciones del Pentágono norteamericano sobre el poderío militar soviético a base de negativas "cuyo principal mérito es más literario que factual". El secreto oficial que rige en la actualidad actúa, según Rubanov, "como una institución social que domina otras instituciones sociales". La "presunción de secreto" se impone sobre quienes desean publicar nuevos datos o eliminar la etiqueta de "clasificado", señala el funcionario, partidario de la "presunción de no secreto".En su entrevista con Pravda, Chebrikov manifestó que el KGB había participado en la elaboración de nuevas normas que suponen una "sustancial suavización y simplificación" de diversas medidas relacionadas con la defensa de los secretos estatales.

Rubanov critica la "ausencia de una legislación completa sobre el tema del secreto" y las "limitaciones injustificadas para el acceso de los ciudadanos soviéticos a la información relacionada con la protección de secretos". Añade que "no existe una reacción oficial constructiva a la creciente necesidad social de tal información".

Una polémica ley sobre la glasnost o transparencia informativa sufre demoras en la URSS. Según Rubanov, los autores de este proyecto, que quisieran una reglamentación del secreto oficial, temen que los órganos del Estado sean más proclives a crear normas para el ejercicio de la glasnost que a reglamentar los secretos oficiales. "Al posponer la elaboración de leyes que garanticen la glasnost de la forma más democrática y eficiente permanecemos bajo el peso del viejo estereotipo de la supremacía del poder sobre la ley".

Rubanov propone el inicio de un diálogo soviético-norteamericano para establecer unas normas internacionales sobre "un grado de secreto igual" en distintas esferas de la actividad del Estado y pide castigos para quienes mantengan secretos injustificados.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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