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Cambio de guardia

J. A. C. Pocos minutos después de que el juez Félix Pizzarello declarara abierta la investigación judicial para determinar las posibles responsabilidades del SAS en la muerte a tiros de tres miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA), en la sala de justicia pudieron oírse claramente los acordes de la banda del Royal Anglian Regiment. A menos de un centenar de metros del edificio de los tribunales, delante de la residencia del gobernador, el Royal Anglian protagonizaba como cada martes la ceremonia del cambio de la guardia. Seis meses antes, esa misma banda y esa misma ceremonia habían sido el objetivo de los terroristas, según la versión de las fuerzas de seguridad británicas.

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Ayer, ante cientos de turistas y las decenas de cámaras de televisión que se han trasladado hasta Gibraltar para seguir las incidencias de la investigación judicial, el Royal Anglian Regiment ejecutó el relevo de la guardia con la acostumbrada pulcritud y exactitud británicas. Desde el balcón principal, el gobernador, sir Peter Terry, representante de la Corona, asistía complacido a la ceremonia, que tardará en repetirse 15 días debido al relevo de compañías del regimiento.

No fue ése el único acto simbólico que se desarrolló ayer en Gibraltar: dos horas antes de la indicada para el comienzo de la vista, poco después de las ocho de la mañana, familiares de los irlandeses muertos por el SAS acudían hasta Winston Churchill Avenue para depositar una corona de flores en el mismo lugar donde sucedieron los hechos. La policía gibraltareña investiga la aparición hace una semana de otra corona junto a la gasolinera en la que cayeron abatidos los miembros del IRA, a unos 200 metros del aeropuerto.

Gibraltar era ayer un hervidero de periodistas, la mayor parte de ellos enviados por medios de comunicación británicos que asisten a una investigación en la que se pone en tela de juicio la actuación de los servicios especiales antiterroristas del Ejército británico. Un juicio que, sin embargo, es seguido con cierta indiferencia por la población gibraltareña. Desde el comienzo de la vista la práctica totalidad de los asientos reservados al público han estado ocupados por la Prensa. Muy pocos gibraltareños decidieron hacer cola frente a la sede de la corte.

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