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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La dudosa resurrección del SPD

"EL FUTURO viene solo", dice la consigna del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Y el congreso que la principal formación política de la oposición en la República Federal de Alemania acaba de celebrar en la ciudad de Münster corre detrás de ese futuro para, por lo menos, coincidir con él y hacerlo suyo. La idea general con que se han celebrado las reuniones, pronunciado los discursos y reelegida la misma troika directiva que gobernaba hasta ahora los destinos del partido, más la inclusión de una mujer, Herta Dubler-Gmelin, con la intención de empezar a cumplir con el 40% de puestos femeninos, corresponde a la idea de que el mundo está cambiando. Los dirigentes y los militantes del SPD están convencidos de que un partido de oposición está más capacitado para asumir ese cambio que los conservadores, en el poder, que les parecen comprometidos con el sistema anterior.El principio de lo que se llama, no sin comillas, "reconciliación" entre la URSS y Estados Unidos favorece unas posiciones que representan una cierta izquierda favorable a lo que ahora propone el SPD: desarme, retirada de misiles, apertura al Este y, sobre todo, reconciliación con la Alemania del Este, dejando para los históricos la pretensión de unidad a corto plazo. No parece que la molestia de los socialistas franceses en estos temas, que podría romper el pequeño acuerdo entre los dos países o los pactos del Elíseo, les preocupe demasiado. Y es que hay dos formas por lo menos de ser socialista en Europa, y el SPD elige la que cree que encaja con el futuro de la RFA, que puede no ser el de Francia. En cambio, en la política interior se ha vuelto a repetir con toda entereza el planteamiento de la batalla contra los sindicatos, que sí parece que tiene una comunidad de empeños con los otros socialismos europeos. Lafontaine -uno de los miembros de la troika, que ya es de cuatro- insiste en que los obreros deben aceptar la reducción de horas de trabajo, con la proporcional rebaja de los salarios, para que puedan acceder al trabajo los dos millones de parados que existen actualmente. Los sindicatos se oponen con toda su fuerza, pero Lafontaine cree que se gana así no solamente al gran capital, que debe suponer que no habrá medidas restrictivas o fiscales mayores, sino a una burguesía y a unos pequeños empresarios, que se ven favorecidos y no perderían su opulencia actual. Oskar Lafontaine tiene ahora bastantes posibilidades de ser designado candidato a la cancillería en las elecciones próximas: no tiene por qué coincidir la presidencia del partido -en la que está ratificado Hans-Jochen Vogel- con la jefatura del Gobierno. A Lafontaine se le considera el artífice de esta aún dudosa resurrección del partido, mostrada en estos momentos por las consultas de opinión pública, que le dan una ventaja sobre la Unión Cristiana Democrática (CDU) gobernante. Pueden favorecerle también los liberales, ahora aliados con el Gobierno, y los ecologistas, o verdes.

En el discurso, el patriarca Willy Brandt se ha mostrado por encima de las tendencias, e incluso sobre las situaciones mundiales, abrazando los grandes temas del desarme, hambre, catástrofes mundiales -acaso un guiño a los ecologistas- y precaución ante los pasos atrás que aún puede dar una civilización que parece que ahora está comenzando a encontrar sus caminos. Es cierto que en los dos años preelectorales aún se han de ver muchas cosas que modifiquen la idea de que "el futuro viene solo", empezando simplemente con el resultado de las elecciones en Estados Unidos y la nueva cara que muestre quien llegue a la Casa Blanca, o la capacidad de progreso de Gorbachov, o las nuevas condiciones de los países del Este de Europa. Todo ello ha de repercutir notablemente sobre una Alemania Occidental que sigue siendo una avanzadilla de Occidente, pese a las nuevas estrategias. Los sucesos se producen ahora a una velocidad geométrica: el tiempo se ha encogido.

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