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Stanley Weiner

La ajetreada vida de un músico de ninguna parte

Nacido en Baltimore (EE UU) en 1925, compositor, violinista y director de orquesta, Stanley Weiner llegó por primera vez a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1982. Desde entonces se encuentra trabajando en la composición de seis conciertos dedicados a la localidad gaditana. "Igual que Bach con Brandeburgo, yo también quiero brindar seis conciertos a Sanlúcar". En estos días se estrena, en el marco del Festival de Música de Sanlúcar de Barrameda, el Quinto concierto, para violín, piano y orquesta.

Hijo de un inmigrante ruso, Weiner afirma, no exento de rubor, que tenía 18 meses cuando tocó por primera vez en público el violín. Bebé superdotado primero y niño prodigio después, a los ocho años interpretó junto a la Orquesta Nacional de Washington el difícil Concierto para Violín de Mendelssohn.A los 19 años Weiner se presenta ante Leonard Bernstein, a la sazón director de la New York City Symphony, con el objetivo de ocupar el puesto de concertino. El autor de West Side Story tras escucharle le dice que toca muy bien, pero que es demasiado joven para cubrir la plaza. Weiner consigue el puesto tras responder con desparpajo a Bernstein: "Usted también es joven y es el director".

El estallido de la Il Guerra Mundial supuso para Weiner el primero y quizá único reto no satisfecho: "Me presenté voluntario al ejército, solicitando destino en Europa, con el secreto propósito de matar personalmente a Hitler". El entusiasta músico no tuvo suerte y acabó destinado en Alaska, "donde marché con la única compañía de mi violín".

En 1953 realiza una gira de conciertos por Europa y decide no regresar a Estados Unidos. Se establece en Bruselas y obtiene una plaza como profesor de violín en la Escuela Superior de Música de Hamburgo, donde funda su propia orquesta, con la que ha registrado numerosos discos, entre ellos unos conteniendo los dos primeros conciertos sanluqueños.

Con un inequívoco acento estadounidense pronuncia el apellido "Parrilla", que ha encontrado en su árbol genealógico y con el que justifica su "vena española", hallada en Nueva York hace muchos años, escuchando el Zapateado de Sarasate al Ballet de Antonio.

Prolífico e incansable, ha compuesto 167 obras, "pero no lo ponga, porque cuando salga esto en el periódico ya serán más". La misma noche de su última llegada a España, "impresionado por el calor, la luz, la alegría y la noche clara de Andalucía", escribe Luna de plata a medianoche, su última pieza de aquel día.

De la inspiración asegura: "Cuando era joven tenía que buscarla, pero ahora me invaden muchos temas, y el problema es seleccionarlos, ya que no tengo tiempo de trabajar en todos". La actividad de compositor la compagina con la de virtuoso del violín, habiendo registrado, como violinista, más de 80 discos, entre los que se encuentra la integral de los Caprichos de Paganini. Se hace el sueco cuando se habla de política con el tópico "yo soy músico, no político". No obstante señala que "Reagan, como ser humano, tiene derecho a equivocarse". En su autobiografía, en la que también se encuentra trabajando, sostiene: "Soy una persona normal que ha vivido circunstancias anormales".

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