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Ideales olímpicos

Los atletas seleccionados para llevar la llama olímpica al nuevo estadio de Seúl durante 35 días, deberían llevar también la manzana de la discordia. Cada vez más, el sino de los Juegos Olímpicos para llegar a enredarse en política y la decisión del Comité Olímpico Internacional de asignar los Juegos de 1988 a Corea del Sur, está resultando ser otro triunfo esperanzador sobre la experiencia: el Comité Olímpico Internacional intenta valientemente mantener la política fuera del deporte, pero es incapaz de mantener el deporte fuera de la política. Desde que se tomó la decisión, Corea del Norte ha explotado de celos, que a veces han llegado a ser devastadores.La tensión está aumentando en la península según se va acercando la fecha. Ya ha habido amenazas del Norte de una nueva guerra con el Sur; en Corea del Sur, el Gobierno ha sido forzado a cambiar la Constitución en un lenguaje más democrático.

Seúl ha ofrecido a sus atletas desfilar con los del Norte si Pyongyang abandona su amenaza de boicotear los Juegos por no permitírsele la organización conjunta. Roh ha sugerido una cumbre para tratar la reunificación, sugerencia sin igual desde la retirada de los japoneses en 1945. Todo esto demuestra cómo el triunfo de los Juegos ha llegado a ser inseparable del prestigio del Gobierno de Seúl y quizá incluso de su supervivencia. La amistad entre las dos Coreas no fue nunca una fórmula adecuada para unos Juegos amistosos.

16 de agosto

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