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El ministro de Sanidad cree inmoral liberalizar el consumo de drogas

"Sólo una sociedad abierta y democrática es vulnerable a la amenaza de la droga", dijo ayer el ministro de Sanidad y Consumo, Julián García Vargas, al inaugurar un simposio científico sobre drogas y sociedad. García Vargas se manifestó radicalmente contrario, por inmoral, a la legalización del consumo de estupefacientes, "lo mismo que piensan", afirmó, "el Gobierno español y todos los occidentales", y dijo que "reducir el tráfico de drogas en las cárceles sería fáctible pero supondría limitar los derechos de los internos y de los funcionarios".

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García Vargas se preguntó si la sociedad española estaría dispuesta a admitir un control estricto sobre cada una de las personas que acuden a la prisión y sobre los funcionarios.En apoyo de su afirmación sobre las razones de moralidad que subyacen en la negativa a legalizar las drogas, el ministro se hizo varias preguntas. "¿Puede llegarse", se preguntó, " a una legalización y distribución libre de sustancias tóxicas sin alterar principios inspiradores y artículos concretos de todas las constituciones occidentales?" y también: "¿Puede presentarse ello en un solo país o hacerse en todos a la vez? ¿Cuáles serían los productos a liberalizar? ¿Únicamente la metadona o las drogas científicas y el hachís? Para encargarse de su distribución, ¿debe el Estado crear agencias públicas o serían de carácter privado? ¿Podría acceder al consumo cualquier ciudadano o se establecerían límites de edad?"

"No hay motivos", según el ministro, "para ser optimistas. La aparición del SIDA ha agravado el problema y supone para muchos heroinómanos una carrera contra un final fatal. La alteración de los canales de distribución de la heroína supone un elevado riesgo de sobredosis".

Unas 250 personas, entre ellas sociólogos, médicos, posicólogos, juristas y criminólogos, asisten al seminario organizado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en colaboración con la delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas y el Centro de Análisis Social de la propia universidad.

En su intervención, García Vargas se refirió, asimismo, a la vulnerabilidad de una sociedad abierta y siempre sometida a grandes enemigos. La lucha contra la droga es una batalla que no podemos arriesgarnos a perder porque "se trata del futuro de nuestros hijos y la sociedad debe adoptar las medidas necesarias para garantizar a las generaciones futuras que el mundo ha de quedar libre de la esclavitud de la drogadicción".

Una política cultural y de solidaridad sería, según García Vargas, la clave para una lucha larga y poco brillante contra el azote que supone el consumo de estupefacientes. Colaboración, además, contra la crítica simplista, la falta de coherencia, las informaciones no contrastadas y el tópico fácil.

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