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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Arte por sufragio

Ya que no me suenan la mayoría de los títulos de las obras maestras citadas por el señor Benet, a pesar de tener buen oído para la música y saber tocar algunos instrumentos musícales, supongo que paso automáticamente a formar parte de esa masa embrutecida e insensible a los refinamientos y exquisiteces del arte que propugna el autor de Música por sufragio (EL PAÍS, 13 dejulío de 1988). Bueno, ¿qué se puede esperar de un campesmo americano criado en una granja sureña a más de 1.000 kilómetros de Nueva York? Sin embargo, aunque me vea condenado irremediablemente por el anatema orteguiano a "ser como el caballo y el mulo", no dejo de hallar solaz en el "yo soy yo y mi circunstancia" del autor de La rebelión de las masas. Resignado a ésta y en mi condición de hombre-masa, quiero ofrecer mi descalificada opinión en defensa de esa inmensa mayoría, que todavía sigue disfrutando de la Novena sinfonía sin dejarse influir por las recetas de un arte deshumanizado, propuestas por el ilustre filósofo hace más: de medio siglo y ahora recalentadas por el señor Benet. El tema de "arte por sufragio" que recoge Benet en su artículo es sin duda ortegulano. Las intuiciones de Ortega ya son nuestros tópicos, de ahí la verdad que escribe Benet: "El descarado sistema del sufragio (...) se ha convertido en un disimulado y universal procedimiento para valorar el arte". Claro que "el gusto mayoritario del público está dado de antemano y es radicalmente conservador". Sin embargo, estas afirmaciones suscitan otras preguntas. ¿Es intrínsecamente malo el arte por sufragio? ¿Son mejores o más puras las corrientes minoritarias clentro del mundo artístico? ¿Puede el artista prescindir del público?

Por mucho que lo nieguen, los artistas siempre necesitan un público para poder ser; existe una especie de simbiosis entre artista y público, complicidad impuesta por necesidades económicas (si no vendo, ¿de qué comeré?) y psicológicas (si no me leen, moríré en el anonimato). Resulta difícil imaginarse a un artista de carne y hueso que haga arte por amor al arte, sin comerlo, beberlo o sin la esperanza de que alguien se fije en su creación. Los estudiosos suelen afirmar que a los escritores de la vanguardia española el público les traía sin cuidado; sin embargo, la biografila de Lorca hace patente que el poeta tenía gran interés en que su obra se difundiese. El artista siempre será artista por sufragio, ya del gran público o de las minorías, y el día que deje de haber público o sufragio también se extinguirá la raza de los artistas.

¿Son mejores o más puras las corrientes minoritarias dentro del mundo artístico? Ortega escribió: "(...) el arte nuevo divide al público en dos clases de individuos; los que lo entienden y los que no lo entienden; esto es, los artistas y los que no lo son". Hemos tenido amplias oportunidades de comprobar que el arte que gusta a la mayoría o el arte que produce riqueza no es siempre el arte que gusta a los artistas. Yo siento, igual que Benet y Ortega, que es una lástima que el factor mercado sea tan predominante en la producción de arte a costa de técnicas y artistas más innovadores, pero no veo que haga falta buscar una filosofia casi mística que diferencie entre masa y elite.-

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