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Pacto electoral de Dukakis y Jackson

Francisco G. Basterra

Los precandidatos presidenciales Michael Dukakis y Jesse Jackson enterraron ayer el hacha de guerra ideológica, en aras de la unidad del partido y del triunfo electoral en las elecciones de noviembre próximo, siete horas antes del inicio de la convención demócrata en Atlanta. Los dos políticos -a los que separan raza, ideología, origen y formación- se hicieron finalmente la esperada y valiosa foto de familia, que despeja la pesadilla de una convención dividida que sólo podría jugar en favor de los republicanos.

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Las tres tendencias del partido -la progresista de Jackson; la centrista, moderadamente liberal, de Dukakis, y la más conservadora, representada por el senador tejano, aspirante a la vicepresidencia, Lloyd Bentsen- aparecieron conjuntamente ante la Prensa. Dukakis, con la aceptación de Jackson, pinchaba así el globo de una batalla ideológica televisada en directo durante cuatro días, cuando lo que los demócratas necesitan es proyectar la imagen de un partido unido y capaz de ganar el 8 de noviembre.Con un rezo por el arzobispo católico negro de Atlanta, Eugene Marino, el himno nacional y el compromiso de fidelidad a Estados Unidos recitado por decenas de niños, el Partido Demócrata inició a las 18.24 de ayer (las 12.24 de hoy en España) su convención, que confía en convertir en el primer acto de su reconquista de la Casa Blanca.

Un impresionante decorado futurista de inspiración babilónica, con un podio elevado a 30 metros y los colores patrióticos de la bandera nacional revistiendo toda la sala del Omni Arena (un palacio de deportes supermoderno, con capacidad para 15.000 personas), es el escenario de la convención. Está pensado para la televisión y para proyectar la imagen de modernidad, alta tecnología y futuro que quieren imprimir a su campaña los demócratas.

Papel clave para Jackson

A mediodía, Dukakis reconoció públicamente el respeto debido al líder de los derechos civiles, admitiendo su liderazgo y prometiendo para él un papel "clave e importante" en la campaña del otoño. Pero el cauto gobernador de Massachusetts -que no quiere aparecer ante la clase media, que confía en que le aupará a la presidencia, cediendo ante el radicalismo de Jackson- no le ha hecho a éste promesas concretas.

"No se trata de cargos, títulos o salarios, sino de la inclusión de mis votantes. Quiero participar", explicó Jackson, después de una entrevista de tres horas de duración en la suite de Dukakis en el hotel Hyatt, que sirvió para hacer las paces. No hay un acuerdo específico, con los detalles por escrito, pero Dukakis aseguró: "Quiero que Jesse juegue un importante papel en la campaña, y sus votantes serán una parte esencial de la coalición que nos llevará a la Casa Blanca".

Los principales asesores de Jackson -que ha logrado siete millones de votos en las primarias, ha ampliado el partido y magnetiza a los sectores más pobres y abandonados de este país, no sólo de raza negra- serán incluidos en la campaña del otoño. Dukakis acomodará el ala progresista del reverendo negro en la campaña que ha decidido conducir por el centro del espectro político.

Jackson prometió ayer que el miércoles, tras la designación oficial de Dukakis como candidato de los demócratas, expresará formal y plenamente su apoyo al gobernador de Massachusetts. Y lo que es más importante: aseguró que el jueves, en contra de lo que había amenazado, no presentará su nombre a la votación como candidato a la vicepresidencia. La sangre no llegará al río, aunque el líder negro precisó que mañana defenderá algunas de sus tesis, ya derrotadas en el debate previo, en un intento de incluirlas en el programa del partido.

Dukakis, que aceptó sonriente posar con una gorra de béisbol con el nombre de Jesse Jackson, calificó a su rival de "gran líder" y aseguró que será parte esencial del equipo con el que quiere llegar a la Casa Blanca. Pero ayer, Jackson, que sabe bien hasta dónde podía prolongar el pulso, no habló para nada de poder compartido, olvidando la idea peligrosa de copresidencia que había sugerido en los últimos días. Sus partidarios señalan que su líder desearía un puesto de embajador volante para el Tercer Mundo o de bombero apagafuegos de crisis internacionales en una eventual Administración demócrata.

"Estamos en el mismo barco"

Jesse aseguró ayer que "estamos en el mismo barco para acabar con ocho años de vicioso reaganismo", y dijo que los demócratas saldrán de la convención de Atlanta con "un nivel de unidad sin precedentes". El partido, que ha perdido cuatro de las últimas cinco elecciones presidenciales, no ha estado nunca tan unido como ahora desde que Lyndon Johnson fue elegido presidente, en 1964, según declaró el aspirante a vicepresidente, Lloyd Bentsen.

Los demócratas resucitaron anoche, como telonero de lujo en la apertura de la convención, al malhadado ex presidente Jimmy Carter, que hizo un canto a la unidad del partido prometiendo el triunfo en noviembre. Fue la rehabilitación del único presidente demócrata que perdió, en este siglo, la Casa Blanca cuando la ocupaba y que, tras ocho años de reaganismo, comienza a ser mejor considerado por la historia. Antes de que el georgiano ex cultivador de cacahuetes arengara a la convención, una mujer, Ann Richards, la tesorera del Estado de Tejas, pronunció el key note speech, el discurso que marcará el tono de la convención y que es considerado como el más importante, tras el que hará Dukakis el jueves, de toda la convención.

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