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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

French Can-Carmen

Hay muchos aficionados al ballet y a la danza moderna a quienes la mera idea de Roland Pétit da una pereza casi insuperable. Pétit, Zizi Jeanmaire y sus plumas, los ballets de los Campos Elíseos, pertenecen a ese mundo parisino de los años cincuenta más periclitado que los bizcochos de María Antonieta.Además, todo el mundo sabe que la revolución en el ballet francés la hizo Maurice Béjart, que reveló que la danza es una cosa seria y es gracias a él que hoy existe un público para la danza y que los editores de los periódicos permiten que de vez en cuando se hable de esto, en lugar de habernos mandado con todos nuestros cisnes al segundo sótano del museo arqueológico, subsección frivolidades. De acuerdo.

Ballet Nacional de Marsella

Soirée Bizet. Variaciones cromáticas,L'arlesienne y Carmen. Coreografía: Roland Pétit. Música: Georges Bizet. Dirección: Roland Pétit. Los Veranos de la Villa. Cuartel del Conde Duque Jueves 14 de julio.

Sin embargo, el público madrileño que acudió en tropel a celebrar con Roland Pétit y su Ballet Nacional de Marsella la toma de la Bastilla, disfrutó de lo lindo con la velada Bizet que nos ofreció el viejo maestro de la renovación coreográfica francesa.

Lo más agradable de la noche fue comprobar el excelente estado de conservación de su Carmen -una Carmen de verdad, francesa por los cuatro costados, mucho más frívola que apasionada, más fresca que liberada, que lo que querría es que la inviten a champán en Maxim's en lugar de andar rodando por la sierra con hombres que no le dan más que disgustos- y que a los casi 40 años de su estreno está más viva que otras versiones.

La teatralidad fue una de las aportaciones clave de Pétit a la renovación del ballet francés, y en él significa un sentido innato del espectáculo, nada degradado por tantos años de dedicarse a la revista y al music hall, que convierte cualquiera de sus ballets en una fiesta. Esta Carmen cuenta, además, con los decorados y el vestuario originales de Antoni Clavé, asombrosamente actuales. Las sillas -hoy tan comunes- y los trajes, dan al montaje un empaque decorativo y son un elemento clave de la brillantez del conjunto.

Imaginación

Coreográficamente, Carmen guarda indudable interés. El manejo de los grupos es en algunos momentos deslumbrante, aunque rozando a veces lo revisteril o el french can-can y en el resto hay, en términos generales, un nivel de imaginación, riesgo y capacidad expresiva que pocos viejos maestros exhiben hoy. Su sentido musical a veces parece romperse y desconcierta -por la facilidad excesiva- o cuando se arriesga a ir contra la música, como al final de Larlesienne, que cae exclusivamente sobre los hombros de Jean Pierre Aviotte y casi lo aplasta. Pero el vocabulario neoclásico que usa Pétit es tan propio y tan lleno de oficio que produce buenos momentos.

En Carmen falló la intérprete, Carlotta Zamparo -no porque estropeara una docena de piruetas, sino porque la elaboración del personaje en ningún momento fue más allá del intento de imitación de Zizi, peluca a lo gareon incluida. Espléndido, por el contrario, don José -Denys Ganio-, como Dominique Khalfouni en L'arlesienne y Alain Rouillon en las algo descoloridas Variaciones cromáticas.

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