Faye es Joan

Frank Perry, el nada desdeñable realizador de El nadador, Duelo a muerte en O.K. Corral y Diario de una esposa desesperada, entre otras, aceptó, en 1981, el reto que suponía llevar a la pantalla la vida de la mítica actriz Joan Crawford -fallecida en 1977a partir del libro que escribiera su hija adoptiva, Christine Crawford, un escándalo de libro. La película resultante, titulada, como el texto, Queridísima mamá, fue un melodrama tirando a convencional, un biopic de sedosa estética, mucho lujo y violines suaves, una textura visual sonora que habría podido derretir al más pintado de haberla rodado, como en un principio estaba previsto, Franco Zeffirelli, quien por aquellas fechas ya había hecho sus pinitos en el cine americano sacándole el polvo a El campeón, un imperecedero clásico de King Vidor que tras la versión zeffirelliana devino más imperecedero todavía.Lo mejor de esta calculada función es la interpretación -más que nunca habría que hablar aquí de composición que lleva a cabo Faye Dunaway dando vida a la muerta. Su parecido es asombroso; no sólo fisicamente, sino también en sus gestos y maneras. Tan acertada es su recreación de la actriz de Alma en suplicio que por momentos parece que nos hallamos ante uno de sus melodramas de la Metro: sólo falta ese glamour añejo que el tiempo concede al celuloide.

Queridísima mamá se emite hoy, a las 22. 15, por TVE2.