¡Hartos de helicópteros!
Tiene que terminar ya, por favor, ese novedoso castigo de ruidosísimo asedio de helicópteros a nuestras calles, a nuestras plazas, a nuestros parques y paseos, a nuestros centros clínicos, culturales y de enseñanza y a nuestras viviendas y dormitorios...No es ésa la forma adecuada de resolver la seguridad de la ciudad, como bien lo está demostrando el que desde que en Madrid empezó a confiarse la vigilancia a ese irracional y agobiante método se han producido los peores actos terroristas (desde el bombardeo con morteros del Ministerio de Defensa hasta los atentados y secuestros más recientes), así como un notorio agravamiento de la delincuencia y todos los demás problemas urbanos.
Los coches bomba que han hecho explosión en distintos puntos de Madrid (a veces en varios sitios al mismo tiempo) han sido tranquilamente preparados bajo el absurdo y enloquecedor estruendo del revoloteo de los malhadados helicópteros, que no sólo no sirven para nada, sino que resultan claramente contraproducentes. Pues si alguien se dispone a cometer alguna fechoría, semejantes aparatos, con su ruidazo atronador, son, sin duda, el menos discreto y con ello el más ineficaz medio de vigilarle. Cualquier delincuente o cualquier terrorista procurará tener cuidado en cuanto oiga el estrepitoso helicóptero.
¡Basta, pues, de este desdichado e irresponsable invento! ¡Basta de tenernos continuamente todos los días con este machaconeo horrísono encima de nosotros! Coordínese y racionalícese, al ras del suelo, la vigilancia de la ciudad, que es lo que hace falta, y póngase fin ya, por favor, a este hostigante acoso: tenemos derecho a poder estar libres de él, para vivir, dormir, trabajar, estudiar, escribir, hablar por teléfono, conversar en nuestros despachos o en nuestras casas, estar enfermos o lo que quiera que sea... ¡Ya está bien de ese torpe asalto a nuestros más elementales derechos!-y 10 firmas más.
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