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LAS VENTAS

La automarginación de Paula

Rafael de Paula lleva muchos años al margen de los cánones del toreo, con su especial personalidad dentro y fuera de la plaza, y él, se esfuerza por continuar esta trayectoria, pues seguro que para su mercadotecnia particular le es más rentable. Ayer escribió otro poco brillante capítulo de esta su automarginación. Diríase que el gitano cuando entra en éxtasis pasa de lo establecido y se olvida de que la fiesta se rige por unas normas escritas.Así, después de siete minutos y dos vueltas al ruedo intentando sacar faena persiguiendo al manso y barbeante cuarto toro, pues su nula técnica le impedía encelarlo, le enjaretó un deleitoso redondo. A los ocho, crepitó de nuevo su arte en otros dos redondos. A los once se cimbreó al burel en unos ayudados con empaque. Después despenó al cenceflo con uno de sus clásicos bajonazos y se marchó tan ufano, la tez pálida y sudorosa por el esfuerzo, saludando entre palmas atronantes, befás y rechiflas.

González / Paula, Robles, Ortega Cano

Tres toros, 1º, 2º y 6º, de González Sánchez-Dalp, dos, 3º y 4º, de Manolo González, y uno de Torrestrella, que sutituyó a otro de Manolo González, deluelto por cojo, terciados, sin casta ni fuerzas. Rafael de Paula: bronca y división tras un aviso. Julio Robles: Más palmas que piltos y silencio. Ortega Cano: silencio en los dos.Plaza de Las Ventas, 10 de julio.

Objetivo cumplido, su mito y leyenda había aumentado. Porque en el primero el canguelo le pudo y el diestro se najaba de continuo a prudente distancia del animal sin dar un solo capotazo. Y porque intervino en quites a lo largo de la tediosa tarde y de su inspiración y sentimiento brotaron dos excelentes; verónicas marca de la casa, dos, que tampoco hay que abusar. A destacar que su varilarguero Martín López picó a este toro tres veces arriba y midiendoel castigo. ¡Noticia, noticia!.

Los toros, de bella estampa cortejaría, no transmitían peligro dada su escasa fuerza y bravura, a excepción del segundo. Éste, sin ser de edulcorado almíbar, sí mereció mejor respuesta de la que le dió con el señuelo escarlata un ventajista Robles, que apuntó detalles de embeleso, pero faltos de hondura y unidad, sin llegar a disparar mas que salvas. Antes se había lucido con el capote compitiendo en quites. con Ortega Cano en otro de los escasos momentos en que la corrida alcanzó cierto postín.

El resto de la actuación de estos dos espadas fue un quiero y no puedo, dentro de los cauces establecidos y ajenos a cualquier marginación. Eso queda para Paula, que ha dejado al público con el morbo expectante para cuando le anuncien en Madrid.

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