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Obras y maniobras para la reunificación de China

Pekín espera nuevas iniciativas de Taiwan en el XIII Congreso del Kuomintang

El primer ministro de China Popular, Zhao Ziyang, felicitó a Lee Teng-hui por su confirmación a la cabeza del Kuomintang, el partido nacionalista que gobierna la isla de Taiwan desde la escisión del país, en 1949. Aunque ambos Gobiernos se proclaman representantes legítimos de China, y de cuando en cuando algún secuestro de avión en una u otra dirección viene a recordar las viejas querellas, diferentes motivaciones y cálculos han producido últimamente cierta convergencia de intereses entre la clase política pequinesa y los hombres de negocios de Taiwan.

Hay dos temas que no dejan insensible a ningún chino, de cualquier bando que sea: la familia y los negocios, y sobre estas dos bases se ejercen las presiones de los que, de uno y otro lado del estrecho de Taiwan, abogan por la reunificación del país.Durante años, la reunión de las familias separadas por la guerra civil (1946-1949) fue el caballo de batalla de la propaganda de Pekín, que trataba de romper la rotunda negativa del Kuomintang a establecer cualquier tipo de contacto con los "bandidos comunistas". Tres meses antes de su muerte, acaecida en enero pasado, Chiang Ching-kuo, hijo y sucesor del generalísimo Chiang Kai-chek, levantó la prohibición, bajo ciertas condiciones, de visitar parientes en China continental. La Prensa china afirma que este año serán 170.000 los taiwaneses que volverán a pisar la tierra de sus ancestros.

En cuanto al comercio, los chinos no han esperado que se produzca una liberalización completa -las autoridades de Taiwan autorizan las transacciones bilaterales de sólo 27 materias primas, agrícolas y medicinales- para negociar entre sí. Aparte de los pescadores taiwaneses que cada día arriman sus juncos en las costas de la provincia de Fujian para realizar todo tipo de mercadeo, productos por valor de 1.000 millones de dólares transitaron el año pasado de una a otra orilla a través de intermediarios de Hong Kong.

En 1983, Deng Xiaoping formuló la política de "un país, dos sistemas", que promete el respeto del Sistema capitalista tanto en Hong Kong y Macao como en Taiwan, a la que se le ofrece, si vuelve a reconocerse como provincia china sin jurisdicción internacional, una amplia autonomía, incluso en materia de defensa. Otro paso dado por Pekín consistió en la publicación, el día anterior a la apertura del congreso del Kuomintang, de una nueva ley para inversionistas taiwaneses, a quienes se les ofrece todo tipo de tratos preferenciales, desde ventajas impositivas hasta posibilidad de guardar el secreto de sus operaciones. Este edicto, nada inocente, puede ser la manzana de la discordia dentro de las filas del Kuomintang.

La isla, a pesar de situarse entre las primeras de Asia por su índice de crecimiento (6% anual en los últimos 20 años) y su PNB per cápita (2.500 dólares al año), se enfrenta a dificultades en ciernes, debidas tanto a los aumentos de salarios que le restan competitividad frente a vecinos con idéntica vocación exportadora como a las trabas aduaneras de EE UU, su principal cliente.

No es de extrañar, entonces, que los empresarios taiwaneses se sientan tentados de morder ese fruto que Pekín les ofrece, ya que tanto el atraso de la mayor parte de China como el rápido desarrollo de sus zonas costeras representan vastos mercados de productos y mano de obra.

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Por el lado de Pekín, claro está, no es por puro sentimiento fraternal que se abren las puertas a todo tipo de negociación. La desaparición de la vieja guardia marca para los nuevos dirigentes del Partido Comunista Chino (PCCh) la urgencia de realizar una obra que la sitúe a la altura de sus mayores. Reunificar la nación podría equivaler, para ellos, a legitimar su poder.

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