La huelga de los trabajadores de Fiat fue secundada por un tercio de la plantilla
Ayer tuvo lugar, después de 10 años, la primera huelga de los metalúrgicos de Fiat en los diversos establecimientos que el grupo tiene en el país con un resultado de participación más bien escaso. A la huelga, organizada por los tres grandes sindicatos -CISL, CGIL y UIL-, pero a la que había empujado sobre todo el sindicato comunista CGIL, adhirió, según cifras oficiales de los sindicatos, el 30% de la emblemática fábrica de Mirafiori de Turín, mientras que, según los datos de Fiat, la participación media no superó el 15%.
En general los que más aceptaron la huelga fueron los obreros, y menos los técnicos. Por ejemplo en la fábrica de Montecasino, casi toda ella computerizada, la participación a la huelga fue sólo del 7%.La huelga organizada ayer por los sindicatos contra el poderoso grupo Agnelli, la empresa privada más importante de este país, que cuenta con 130.000 trabajadores en el sector automovilístico Fiat-Alfa Romero y con 270.000 en todo el grupo, era más bien de carácter económico.
Se trata en efecto de la renovación del convenio y Fiat ha sorprendido a los sindicatos y a los mismos trabajadores ofreciendo una contrapartida que nadie esperaba: Angelli está dispuesto a que el aumento de sueldos de sus trabajadores sea proporcional a los útiles de la empresa.
A los trabajadores en general, la propuesta no les disgusta ya que saben muy bien que en este momento Fiat está atravesando un momento de gloria económico, y según los cálculos los aumentos ofrecidos por la empresa parecen que oscilan entre 50.000 y 100.000 pesetas mensuales. Pero los sindicatos no están de acuerdo y prefieren acogerse al contrato tradicional. La huelga fue convocada porque según dichos sindicatos Fiat se ha presentado a las negociaciones para la renovación del convenio en una actitud más bien rígida insistiendo en su propuesta bajo la clave de "si la quieres la tomas y sino la dejas".
Alternativa difícil
Ayer el líder republicano Bruno Visentini, relacionado con el otro importante grupo privado de Olivetti puso en guardia en un editorial de La Republica acerca de la peligrosidad de la propuesta Fiat ya que según él una vez admitidos los trabajadores a los útiles de la empresa sería difícil después negarles una participación en la gestión de la misma. Y en dicho caso, se preguntaba Visentini, ¿dónde se pude llegar? Evidentemente Agnelli dichos problemas no los tiene y abriga más bien la convicción, sufragada ayer por la participación no entusiasmante en la huelga de los 160.000 metalúrgicos a quienes atañe la renovación del convenio, de que sus trabajadores, a quienes en este momento les interesa sobre todo el aumento salarial, acaben aceptando su propuesta aún no conocida en todos sus pormenores.Ayer todos aparecían contentos. Fiat porque quizá temía que con la huelga pudiera abrirse la estación de una nueva y dura conflictividad laboral, y que juzgó la huelga como "un medio fracaso".
Pero también los sindicatos que están viviendo uno de los momentos peores de credibilidad popular de los últimos años y para quienes el hecho de la huelga no haya sido un fracaso total les ha consolado no poco. Y lo mismo que suele acaecer tras unas elecciones políticas en las que nadie acepta perder y todos se las apañan en este país para decir que han ganado, es muy probable que hoy cada una de las partes cante victoria.
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