Ceaucescu, a la perrera

En la actual época histórica, ser rumano es una desgracia. Ser un rumano de origen étnico húngaro es una doble catástrofe.No es de extrañar que a los propios húngaros les esté resultando difícil contener su indignación ante los acontecimientos de Transilvania, la provincia de Rumanía que en su día perteneció a Hungría y en la que se concentra una minoría húngara integrada al menos por 1,7 millones de personas. Esta minoría se ve particularmente afectada por los planes de Ceaucescu para su realojamiento.

El presidente Ceaucescu parece ansioso por convertir su país en un inmenso campo de trabajo y por dispersar a las minorías húngara y alemana por todo el territorio. Esto constituye una flagrante violación de los derechos de las minorías y de los acuerdos implícitos bajo los que Transilvania fue devuelta a Rumanía después de la II Guerra Mundial. Como consecuencia de ello, se creó una región magiar autónoma, que Ceaucescu procedió a separar tras su llegada al poder, en 1965.

Debería otorgarse el máximo descrédito a los representantes de Rumanía en la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa de Viena, en la que han estado bloqueando los avances al rechazar que se abordaran los temas relacionados con los derechos humanos. En todas las posibles reuniones internacionales, el lugar para el presidente Ceaucescu debiera ser la casa para el perro.

, 29 de junio