Adiós al mito

Las negociaciones de precios agrarios en Luxemburgo acabaron sin sorpresas: congelación en el resto de los países de la CE y aumento que no llega al 2% para España, aplicando las aproximaciones que nos corresponden por el Tratado de Adhesión, lo que hace suponer que en las próximas campañas nuestros incrementos van a estar más cercanos a los de los demás Estados.En el primer año de nuestra adhesión, la Administración española, quizá en un intento para no romper bruscamente con lo que habían supuesto los precios en el pasado, trató de vender una subida aceptable.

En el segundo año se insistió también en un aumento entre el 6% y el 7% Este año el incremento del 1,8%. se acepta por parte de casi todos como algo inapelable, tanto desde la Administración como por el propio sector. Desde nuestra adhesión, la CE está dejando las cosas claras. Precios congelados, medidas duras para limitar las intervenciones, límites a las producciones excedentarias y una clara pretensión de que jueguen los mercados.

Al margen de los precios de intervención fijados cada año por la CE, la preocupación en medios agrarios está más en los precios de compra en las condiciones duras de venta al Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA) y, en definitiva, en el comportamiento real de las cotizaciones.

Por esta razón, a diferencia de lo que sucedía hace algunos años, con el Servicio Nacional de Productos Agrarios como gran patrón comprador de casi todo, agricultores y ganaderos dejan a un lado subidas para la mayo parte de las producciones si en paralelo no se potencia un fuerte estructura del sector ante situaciones excedentarias como la actual y las reglas de juego para ahorrar gastos marcadas por Bruselas.

En sólo tres años el campo ha pasado de refugiarse en los precios oficiales al convencimiento de que sus ingresos dependen de su estructura comercial. Lo que sucede es que el salto es muy grande, que hay graves lagunas y que ese vacío lo pagan los menos organizados, que son muchos.