Nos vemos en el atasco
El caos de la circulación hace que Madrid viva en permanente 'hora punta'
Todos los días, a la misma hora, en las mismas calles, hay una cita cada vez más abigarrada sobre el asfalto. Los puntos conflictivos de tráfico desbordaron hace tiempo las previsiones del Ayuntamiento. El número de coches en circulación aumenta un 5% cada año, las calles no dan abasto, las vías alternativas son insuficientes, el transporte público sigue sin convencer a muchos ... Así las cosas, no es de extrañar que la velocidad media en la ciudad haya caído en picado en los últimos años y se sitúe actualmente en 14,3 kilómetros. Madrid parece resignada a vivir en una permanente hora punta.
A Manuel Gómez Lucas, de 36 años, le preocupa bastante una pequeña manía que tiene los trazos de una verdadera obsesión. "Cuando paro el coche en mitad de un atasco, no hago otra cosa que fijarme en los rostros de los conductores que me rodean por si les vuelvo a ver". Las continuas retenciones de la calle de O'Donnell han sido el caldo de cultivo de su extraña fijación. "Con compañeros de trabajo he coincidido varias veces camino de casa", señala, "pero también me ha pasado con desconocidos. Por ejemplo, con un barbudo que conduce un Opel Corsa rojo".M. J. M., periodista de 24 años, tiene la misma debilidad que Gómez Lucas. Pero lo suyo son las matrículas y los taxistas: "El otro día coincidí en un semáforo con uno que me sonaba mucho de haberle visto antes". Pocos conductores urbanos pueden sustraerse a otra pasión inconfesable de los grandes atascos: observar cómo el vecino quema la paciencia hurgándose la nariz.
Lo absurdo comienza a ser rutina sobre el asfalto madrileño. Son ya cerca de 1.100.000 los conductores que machacan diariamente unas calles que se quedaron estrechas hace tiempo. Poco se ha hecho en los últimos años para evitar el caos en el centro de la ciudad; si acaso la construcción y ensanchamiento de una M-30 que se ha quedado corta con el tiempo.
De momento, Manuel Gómez Lucas no ha tenido más remedio que desviarse de la ruta del barbudo del Opel Corsa rojo. La calle de O'Donnell se ha vuelto intransitable desde que levantaron la vecina calle de Narváez para construir un aparcamiento, hace ya varias semanas. "Ahora intento escapar del atasco por otras calles del barrio de Salamanca, pero a eso de las seis de la tarde no hay huida posible".
Las ruedas del Peugeot 205 de Gómez Lucas han dejado su impronta por todo Madrid. Su conductor, representante de una empresa de cosméticos, da varias veces la vuelta a la ciudad todas las semanas. "El tráfico va de mal en peor, y no hay más que salir a la calle poco después del mediodía para comprobarlo".
Gómez Lucas pasa cada vez mas tiempo al volante. "Ya no sé qué inventar para matar el rato entre atasco y atasco. Ahora le doy a los cursos acelerados de inglés en casete". El representante de cosmética ha convencido recientemente a un compañero de trabajo para que venda su flamante Renault 25 y se apunte a la moda del utilitario, "que es mucho más práctico para callejear". Sin embargo, Gómez Lucas no se deja llevar por quienes le recomiendan el metro: "Hace cinco años que no cojo ni autobuses. Dicen que es más rápido, pero es que siempre he tenido aversión al transporte público".
'Big Brother'
La misma letanía todos los días, entre las siete y las nueve de la mañana: "El tráfico es bastante lento por todos los accesos. Tan sólo se salva un poco la entrada por el este desde Conde de Casal. En el centro de la ciudad destacan varios puntos congestionados, como el eje de Manuel Becerra-Doctor Esquerdo, la calle de O'Donnell en sentido Alcalá y la glorieta de Cuatro Caminos. Esto es todo por el momento". En el gabinete de Tráfico del Ayuntamiento se viven frenéticamente los atascos. Las 16 radios locales conectan hasta 130 veces al día para constatar el caos de la circulación.
Un total de 42 cámaras instaladas en calles y cruces estratégicos permiten conocer en cada momento la evolución del tráfico. La sala de control es una especie de Big Brother desde donde casi se pueden tocar los atascos. Sobre un gigantesco plano de Madrid, el ordenador facilita datos sobre el estado de las principales intersecciones: si se enciende un piloto rojo es que la calle en cuestión está saturada. Las lucecitas rojas brillan puntualmente todos los días a las ocho de la mañana, a las 13.30 y a las seis de la tarde.
Los 15.500 taxistas llevan el caos del tráfico como una losa. "Entre tanto atasco acabas por volverte loco", afirma Fermín Macarro, secretario general de la Agrupación de Trabajadores Autónomos del Taxi (ATATUGT). "En los dos últimos años ha ido de peor en peor. Una carrera que en condiciones normales se haría por 250 pesetas se hace, según los días, por 2.000 pesetas. Cada vez es más frecuente que un cliente se te baje en mitad de un atasco y acabe su trayecto andando 0 en metro".
Como un muro
"Como un muro, es usted como un muro", le increpaba aquella mujer al taxista. El conductor hacía oídos sordos a las diatribas que lanzaba la mujer contra el Ayuntamiento por lo mal que está la circulación. Siempre con la misma copla. Tentado estuvo de abandonar a la clienta en la primera esquina. La anécdota la cuenta Fermín Macarro: "Se ha convertido en un tópico. La gente no habla de otra cosa y no se da cuenta de que estamos saturados del tema. Comemos con él, nos acostamos con él y amenaza con convertirnos en psicópatas".
¿Soluciones? Cada conductor tiene su librillo. Y los grupos de la oposición municipal no se cansan de pedir medidas: nuevos pasos subterráneos, cierre del distrito de Centro al tráfico privado, construcción de aparcamientos disuasorios en la periferia, regulación de los horarios de carga y descarga, mayor presencia de la Policía Municipal en las calles, congelación de las tarifas del transporte público, reforma de la Operación de Regulación del Aparcamiento (ORA)...
Los últimos datos hablan por sí solos. La velocidad media de circulación en el centro de Madrid descendió en febrero pasado a 14,3 kilómetros por hora, frente a los 17,8 kilómetros por hora de 1985. En las horas punta, hablar de velocidad es casi una broma: el trayecto entre Cuatro Caminos y Manuel Becerra, que en condiciones normales lleva 10 minutos, puede convertirse en más de tres cuartos de hora.
La Concejalía de Circulación y Transportes se encuentra, mientras tanto, en un compás de espera tras la dimisión del concejal Valentín Medel, que ocupó el cargo durante varios años. Medel se despidió con dos bombas sonadas que han provocado las protestas airadas de la oposición: el embargo de cuentas corrientes a los infractores morosos y la implantación del carril bus -con separador en la calle de Serrano.
Su sucesor, Eugenio Morales, está aún aterrizando en el departamento y se enfrentará a la vuelta de las vacaciones con un hueso duro de roer: un pleno monográfico sobre la circulación. Los grupos de la oposición (AP, CDS e ILI) critican la ausencia de una política de tráfico. Los concejales de AP no ven más culpable que el Plan General de Ordenación Urbana que pusieron en marcha los socialistas. El Plan General sentencia en uno de sus puntos: "La ciudad de los ochenta no permite ( ... ) intervenciones de bulldozers urbanos, susceptibles de organizar la ciudad según una malla adecuada a las exigencias del automóvil". Resignación.
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