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Cerca de África

Amelia Castilla

Una mujer de raza gitana que asistía a la vista oral en la que se juzgaba a su marido no tuvo ningún inconveniente en dar el pecho al niño en la sala. Felisa Atienza, la magistrada, observó sorprendida la escena, pero continuó la celebración de la vista como si no pasara nada. Los de guardia están acostumbrados a todo. En 24 horas se escucha al ciudadano que quiere denunciar que no le han dejado entrar en una discoteca porque se niega a pagar la entrada y al señor que dice que le persigue su mujer.El peor día de guardia en la ciudad es el viernes, porque "sale mucha gente a la calle y los borrachos crean infinidad de problemas". Hay días también especialmente depresivos. El 2 de enero pasado se suicidaron en Madrid ocho personas, cifra que multiplica por cuatro la media habitual.

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De juzgado de guardia

Los detenidos que se encuentran en comisarías de policía solicitan siempre por la tarde el hábeas corpus -la detención ilegal o el Corpus Christi, como lo llaman algunos detenidos.

A los detenidos que llegan con bolas de heroína o cocaína introducidas en el estómago hay que vigilarlos de cerca porque, según van expulsando las bolas, se las tragan otros compañeros de calabozo.

En los últimos años han cambiado algunas cosas. Los funcionarios responsabilizan de ello al nuevo juez decano. "Antes se llevaba una ficha puntual del papel higiénico que se gastaba en los lavabos, y ahora tenemos ordenadores", asegura una funcionaria. "Con el servicio informatizado se facilitan mucho las cosas, no sólo para nosotros, sino que también se presta un servicio mejor al ciudadano".

La rapidez funciona también para abastecer de material de oficína los despachos de los juzgados o para arreglar cualquier avería. También se dispone de un servicio de asistentes sociales que atiende los casos más dramáticos.

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Sin embargo, la falta de una sala de espera para los familiares de las personas que tienen problemas con la justicia provoca también situaciones cuando menos curiosas, que van desde el señor que tiene que permanecer varias horas bajo la lluvia hasta el clan de gitanos que enciende una hoguera frente al juzgado y organiza una pequeña fiesta en la puerta para aliviar la espera. Todavía estamos cerca de África.

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